El hombre acusado de presuntamente disparar a otro, también comerciante, cuando este salía de un hostal de Torremolinos (Málaga) para ir a trabajar a un mercadillo, ha negado este lunes los hechos por los que se le acusa y ha dicho no tener ningún problema o conflicto profesional ni de competencia con la víctima ni con nadie.
Un jurado popular ha comenzado este lunes el juicio a este hombre, para el que la Fiscalía de Málaga solicita en total 26 años y medio de prisión por los delitos de asesinato, con las circunstancias que agravan la pena de disfraz y de aprovechamiento de las características del lugar, y tenencia ilícita de armas.
Según señala el fiscal en su escrito de acusación inicial, al que ha tenido acceso Europa Press, existían disputas comerciales entre ambos, por lo que el procesado supuestamente decidió «acabar con la vida de su competidor» que residía en un hostal de Torremolinos y supuestamente «planeó minuciosamente su acción».
El acusado ha explicado que ha estado once años trabajando con un puesto en mercadillos y conocía a la víctima de hablar con ella dos veces, la primera cuando le quiso vender ropa y la segunda cuando acordaron intercambiarse los puestos que tenían en el mercadillo de Marbella (Málaga).
«Nunca tuvimos conflictos», ha incidido el procesado respecto a la víctima, asegurando que no tenía ningún tipo de competencia profesional con el fallecido. También ha reiterado que nunca ha tenido problemas con nadie del mercadillo; «yo me dedico a mi trabajo, a mi casa y ya está».
Su abogado defensor ha hecho hincapié en que la Policía Nacional no investigó otras líneas distintas a su cliente y ha precisado que había tres posibles motivos del asesinato, sin nada que ver con el acusado, como son los celos, ya que según el letrado el hombre tenía relaciones con tres mujeres; una agresión que recibió una semana antes y la venta de un coche.
Por contra, el fiscal sostiene que el procesado, «para asegurarse el éxito y la impunidad», decidió «acabar con la vida de la víctima cuando saliera de madrugada del hostal y se subiera a su vehículo para ir a trabajar al mercadillo de Marbella», para lo que se puso una sudadera oscura y cubrió su rostro.
Según el ministerio público, era consciente de que por el toque de queda entonces vigente debido al COVID a partir de las 23.00 horas apenas habría nadie por las calles «que entorpeciera su plan auxiliando al hombre o sorprendiéndolo a él, además de que le permitiría ir así vestido, fundirse en la oscuridad y esconderse hasta cogerle por sorpresa».
Asimismo, señala que presuntamente «con la misma intención» aparcó su furgoneta a unos 500 metros del hostal antes del toque de queda, y esperó allí hasta las 05.00 horas, tras lo que hizo el resto del camino a pie, llevando presuntamente un arma de fuego corta, apta para el disparo de la que no tenía licencia.
Cuando la víctima se había montado ya en su camión para iniciar el camino al mercadillo, el procesado, según la Fiscalía, «apareció de repente y, desde el exterior y a través de la ventanilla, apretó el gatillo seis veces logrando que el arma de fuego disparase en al menos tres ocasiones, a menos de un metro de distancia, sin que la víctima lo viese venir».
Según la acusación pública, la herida más grave, que le ocasionó la muerte por laceración cardiaca, fue un proyectil que entró por el hipocondrio izquierdo y en su recorrido afectó a varios órganos. Tras esto, el hombre volvió a su vehículo y condujo hasta su casa en Benalmádena.
Para el fiscal, los hechos constituyen un delito de asesinato, por el que pide 25 años de prisión, y otro de tenencia ilícita de armas, por el que pide un año y medio de cárcel; considerando que concurren las circunstancias que agravan la pena de disfraz y de aprovechamiento de las circunstancias de lugar y tiempo para asegurarse el éxito de su acción. Además, solicita que indemnice a la familia del fallecido con 100.000 euros.