Cerca de 200 alumnos acuden cada semana a la calle Cruz 52, en Torremolinos. La mayoría empezó a venir aquí con tres años y se irá cuando roce los veinte. Durante ese tiempo aprenderá a entender la danza como un motor para vivir.
Estamos en el Centro de Danza de Torremolinos, una institución con cincuenta años de historia y que hoy sigue formando a decenas de niños y niñas en ese exigente y bello arte que es el baile. Con motivo del Día Internacional de la Danza, nos abren las puertas de sus clases, comprobamos su dedicación al ensayar. Carmen Crespo, directora del centro y bailarina profesional nos recibe. ¿Qué significa para ti la danza? Es la primera pregunta obligada.
«La danza lo es todo, yo en el momento en el que me pusieron las zapatillas de ballet ya sabía que iba a ser distinta a los demás», cuenta a AZ Costa del Sol. Para ella la danza, más que un arte, es una manera de estar en el mundo. Por eso empezó a venir muy joven a este centro como alumna y luego decidió coger las riendas cuando sus antiguas profesoras -dos bailarinas de nacionalidad inglesa- se jubilaron. Carmen ha continuado con el testigo de la formación de decenas de jóvenes que hoy sueñan con hacer de la danza su camino. En su escuela les preparan tanto en las disciplinas de ballet clásico, como de danza moderna para hacer los exámenes de la Royal Academy of Dance (RAD) o la Imperial Society of Teachers of Dancing (ISTD), las más prestigiosas escuelas de danza inglesas.
«La mayoría están desde chicos con tres años y acaban las carreras con 17 o 18, al que quiera bailar se le manda fuera y los que no pues terminan la carrera aquí como profesores y aquí se quedan».
Como bien se aprecia en los ensayos del Centro de Danza de Torremolinos, el baile es un lenguaje, una forma de expresión, pero también un excelente vehículo para transmitir valores. Es algo en lo que Carmen insiste, en el valor terapéutico de su trabajo.
«Hay muchos alumnos que son súper tímidos y a lo mejor con la danza estamos trabajando emociones. Por ejemplo, un día nos enfocamos en el enfado y a través de ese sentimiento trabajamos la fuerza. Esos días los niños bailan mejor y es una manera de escapar realmente».
La danza, cuenta Crespo, «no se puede tocar», pero se puede sentir. Es lo que ella intenta transmitir a sus alumnos. «Yo siempre digo que es como si alguien que viene a verte es por ejemplo sordo, tu tienes que transmitir esa música, con el cuerpo. Esa emoción se la tienes que transmitir».
Una labor educativa que no solo ha sido reconocida por sus alumnos, si no por toda la comunidad. Este mismo año Carmen Crespo obtuvo un reconocimiento con motivo del 8M por su coraje emprendedor y su papel pionero en el mundo de la danza de Torremolinos. «Llevo bailando toda mi vida, ahora lo que quiero es proyectarlo a ellos. Nuestro próximo proyecto es fundar una compañía para jóvenes».
Hoy, 29 de abril, Día Internacional de la Danza es una oportunidad para dar a conocer la historia Carmen Crespo, del Centro de Danza de Torremolinos y de todos aquellos que se dedican a este arte hecho de belleza y sacrificio, ya sea bailando flamenco, hip hop, jazz o contemporáneo. Como dice Carmen: «La danza para mí es vida, es respirar porque muchas veces lo utilizamos para respirar también del día a día».