Sierra Bermeja no deja de sorprender. Este mes de abril se cumple un año del estudio de los cerambícidos, liderado por el fotógrafo Ismael Pérez junto a miembros de Grunsber y otros expertos entomólogos-. Las primeras conclusiones destacan la presencia de hasta 39 especies de cerambícidos y un total de 514 especies de insectos, arañas y otros artrópodos presentes en la zona.
La idea, según señala el grupo naturalista Grunsber en un comunicado, surgió a raíz de que se adhiriesen en el año 2023 al proyecto de estudio de la familia de coleópteros longicornios presentes en la provincia de Málaga, iniciado por el malagueño José Manuel Moreno Benítez. «Las interesantes citas que se iban produciendo en Sierra Bermeja y ser conscientes de la singularidad de esta montaña señalaron pronto la necesidad de afrontar un proyecto propio en el ámbito geográfico bermejense», indican en un comunicado.
Una exploración sistemática
Dede los comienzos, 4 abril de 2025, el proyecto aplica un método sistemático para el estudio de coleópteros. Así, se han realizado muestreos periódicos dos días a la semana en cinco ubicaciones correspondientes a distintos tipos de hábitats, donde hay colocadas trampas con atrayentes.
Además, se han realizado otros muestreos con manga entomológica y trampas de luz en otros emplazamientos, cuyos resultados también se están incorporando a este estudio.
Las especies ya catalogadas se liberan, pero los ejemplares no descritos con anterioridad se estudian mediante microscopio estereoscopio, para verificar la morfología e identificar correctamente la especie. Posteriormente, se conservan en una dilución de alcohol al 70%, para que puedan servir a otros investigadores.
La entomofauna bermejense
Entre las 39 especies de cerambícidos catalogadas, según indican desde Grunsber, algunas de las especies más interesantes son las de Plagionotus detritus (Linnaeus, 1758); Pogonocherus pepa Verdugo & Torres-Méndez, 2010; Arhopalus syriacus (Reitter, 1895); Cerambyx cerdo cerdo (Linnaeus, 1758); Iberdorcadion (Baeticodorcadion) chiqui Verdugo, 2014; Acanthocinus griseus (Frabricius, 1792); Deroplia troberti (Mulsant, 1843); Chlorophorus glabromaculatus glaucus (Fabricius,1781).
No obstante, el estudio también está permitiendo mejorar el conocimiento que se tiene de la entomofauna bermejense. Los coleópteros son el orden con un mayor número de especies identificadas (183), seguido de hemípteros (96), lepidópteros (75), arañas (59) y otros órdenes, hasta un total de 514 especies identificadas hasta el momento.
Entre las especies identificadas destacan coleópteros raros y escasamente citados en la Península, como Cardiomera genei Bassi, 1834; Hadroplontus trimaculatus (J.C.Fabricius, 1775); Teloclerus compressicornis (Klug, 1842); Siagona jenissonii Dejean, 1826, además de especies singulares como los tres tenebrónidos de la tribu Asidini presentes en Sierra Bermeja.
En hemípteros también hay interesantes hallazgos. Se han catalogado varias especies escasamente citadas en la Península, como Microtomideus leucodermus (Fieber, 1861); Ochetostethus nanus (Herrich-Schäffer, 1834); Lasiosomus enervis (Herrich-Schaeffer, 1835), o la pequeña y rara chinche Phymata monstrosa (Fabricius, 1794).
La chinche mantis
Una de las últimas especies identificadas es el hemíptero Phymata monstrosa (Fabricius, 1794), con dos ejemplares (macho y hembra) localizados, coincidiendo con este primer aniversario.
Se trata de una chinche muy pequeña -unos 7 mm- que solo se deja ver si está fuera o lejos de las plantas que escoge para cazar, donde pasa desapercibida por su camuflaje. Es un hemíptero de aspecto inquietante, con cierto parecido a las mantis debido a las adaptaciones depredadoras de sus extremidades delanteras, modificadas en forma de pinzas para capturar y sujetar sus presas.
Pertenece al grupo de las chinches emboscadoras, cuya estrategia de caza les permite esperar inmóviles camufladas para no ser detectadas, consiguiendo con ello un ahorro de energía y que las presas se acerquen lo suficiente para lanzarse sobre ellas, inmovilizándolas con sus grandes pinzas delanteras.
Dos años por delante
El proyecto, según explican desde Grunsber, tiene aún dos años de trabajo por delante para su finalización. Los resultados, publicados en revistas de divulgación y especializadas, se incluirán en un libro que servirá como guía de los cerambícidos bermejenses al terminar el estudio.