Estamos muy acostumbrados a consumir, plenamente conscientes de su copago, las miserias y virtudes de la vida personal y social de quiénes nos rodean. Tenemos la piel curtida de conocer embarazos, matrimonios, infidelidades, deslealtades, romances y otros muchos vaivenes emocionales de la España ‘popular’, folclórica o mediática. La novedad es que nunca antes habíamos consumido un producto noticiable sobre el descuartizamiento de una persona, en este caso, como padre del presunto autor de la barbarie.
El estreno la pasada semana del episodio cero del ‘Caso Sancho’ en HBO Max, el primero de un serial de cuatro capítulos, marca un antes y un después en el paradigma televisivo y aún más en su audiencia. Estamos muy acostumbrados a escuchar el relato desgarrador de familias que han sufrido una desgracia o una situación extrema, desde la pena y la solidaridad colectiva. La novedad es que no sabíamos que también se podía comercializar y consumir desde el otro lado de la bancada. Las cifras por la intervención de Rodolfo Sancho hablan entre 120.000 y 150.000 euros, padre del presunto autor del asesinato de Edwin Arrieta.
No se trata de un ejercicio de ética o moralidad, como periodista si hubiese tenido la oportunidad de entrevistar a algunos de los mayores canallas y criminales de la humanidad, seguramente la hubiera aprovechado. Se trata de dibujar lo que estamos dispuestos a pagar y consumir.
En este caso, se entiende, con el único fin que costear la defensa en Tailandia de Daniel Sancho, entre los motivos más justificables. Por no hablar de la actitud y frases que uno puede hasta soñar con ellas: “en esta historia hay dos víctimas, pero un solo fallecido”, en una pose fría, distante y como se suele decir, como si hablase de un primo de Murcia, en lugar de un hijo que ha confesado haber descuartizado a una persona. Y mira que siempre uno entenderá el papel de un padre sobre un hijo.
Hace años, a Mediaset le costó mandar al contenedor su exitoso programa ‘La Noria’, conducido por Jordi González, por entrevistar y pagar por ello [se habló de unos 15.000 euros], a la madre Francisco Javier García, alias ‘el Cuco’, involucrado o relacionado con la desaparición y muerte de Marta del Castillo. La verdad, en 2024 no veo esa conciencia.
En definitiva, es como si tratásemos de poner el foco, por dinero o intereses, en Caifás y Pilatos en lugar de Jesús. De llenar los libros de historia sobre Bruto, en lugar de Julio César; de dar escenario a Lee Harvey Oswald sobre John F. Kennedy; de hacer firmar discos a Mark Chapman en el lugar de John Lenon.
Todo tiene un precio, desde el que vende al que compra. Yo lo he pagado porque lo he visto, ¿y tú, también tienes precio?