¿Se acuerdan de aquella película con unos jóvenes Tony Leblanc y Antonio Ozores interpretando a dos estafadores del tres al cuarto? Seguro que sí, un clásico, a su manera. Se titulaba Los tramposos y en ella aparecen varios timos frecuentes en aquella época, la estampita y el trile, aunque bueno, para ser más precisos, a pesar de tratarse de cándidas y archiconocidas estafas, todavía hay gente que sigue picando el anzuelo. En su mayoría inocentes ancianos, o no tan inocentes, que creen que la buena suerte, por fin, les sonríe en su vejez. Dejo esa duda en el aire porque también es cierto que no deberían despertar lástima alguna, ya que son ellos mismos los que intentan engañar a otro más débil o tonto, que es como se denominaba antes de ser socialmente incorrecto, a las personas con alguna discapacidad mental.
Sin embargo, hoy en día los timos son mucho más complejos, más refinados en su perpetración. Yo añadiría incluso, más perversos. Los engaños a través de un SMS, E-mail, Whatsapp o llamada telefónica son, en muchas ocasiones, tan elaborados que resulta bastante sencillo el desplume integral de nuestra cuenta bancaria. Timo nigeriano o timo 419 es el nombre del maquiavélico delito que promete a la ilusa víctima una fortuna inexistente, por ejemplo. Mis disculpas a tan egregio personaje, Niccolo Maquiavelo, que todavía carga con tan mala fama a pesar de los siglos transcurridos. Si bien Nigeria es la nación más conocida por esta clase de estafas, el 61% de los delincuentes de Internet son de Estados Unidos y un 20% de Reino Unido.
Vale, de acuerdo, tendría que ser suficientemente notorio que nadie debería dejarse llevar por esos desafinados cantos de sirena, pero hay quienes descaradamente se hacen pasar por empleados de entidades bancarias, o de suministros energéticos, o de compañías telefónicas, con el fin de engañarnos y de llevarnos al huerto. A un huerto más delicioso donde los olmos den peras en almíbar. Incluso nos llaman por nuestros nombres y apellidos, prometiendo mayores y provechosas ventajas con el cambio. Angelitos.
Ante esta situación, las empresas perjudicadas se están movilizando para evitar que sus clientes caigan. Han comenzado una campaña de información para que se confirme la procedencia y el objetivo de la llamada fraudulenta. Cualquier cambio regulatorio será comunicado siempre por escrito y con antelación suficiente.
Por otro lado, el Gobierno ha anunciado un plan para erradicarlo. Se va a aprobar una ley para que las empresas de telecomunicaciones y energía no puedan captar clientes a través de llamadas telefónicas, salvo que el propio usuario se ponga en contacto con ellas. Y para que quede constancia, se deberá grabar la totalidad de la llamada, independientemente de quien la origine, incluyendo toda la información de las nuevas características de la oferta.
¡Oh, vaya, disculpen! les tengo que dejar, el teléfono está sonando insistentemente… a ver con qué suculenta propuesta me sorprenden esta vez.