Laura Fuertes, Sara Sorribes, Cristina Bucsa, Carolina Marín, Vega Gimeno, Lorena Zarco, Lucía Martín, Alba Petisco, Ariano Toro, Ángela Martínez, Laura Heredia, Teresa Portela, Aina Cid, Janire González, Cecilia Castro, María Xíao, Elia Canales, Mar Molne, Miriam Casillas, Paula Barceló, Daniela Álvarez, Leslie Romero.
¿Las conoces? ¿Quiénes son? ¿Qué tienen en común?.
Estos son los nombres de algunas de las deportistas que este verano están participando en los Juegos Olímpicos de París 2024. Las mujeres españolas logran en París la máxima representación femenina en unos Juegos a lo largo de la Historia. Por primera vez, España está representada por más mujeres que hombres ( de los 382 deportistas olímpicos, 192 son mujeres y 192 hombres). Asimismo en Londres 2012 y en Río 2016 nuestras deportistas lograron conseguir más metales que sus homólogos masculinos.
Pero seguramente, el nombre de la mayoría de mujeres nombradas al principio de este escrito no te sonaban, ¿verdad ?.
Las tenistas Sara Sorribes y Cristina Bucsa pasaron a semifinales de dobles el pasado uno de agosto, la misma jornada en la que Rafa Nadal y Carlos Alcaraz fueron eliminados en la misma especialidad. Rafa se despedía de la competición olímpica y lloraba, y gran parte del país y muchos medios de comunicación lo consolaban. Pero pocos conocían o hablaban de las grandes triunfadoras del día.
Hace unos meses, Rafa afirmaba en una entrevista con Ana Pastor que él “no era machista ni feminista” y que “creía en la igualdad”, pero no en “cosas regaladas”. Ese señor que nos enamoró por su trayectoria deportiva y por sus grandes títulos que todas y todos alabamos y reconocemos, demostró ese día no ser un campeón fuera de la pista. El descenso de categoría fue estrepitoso: de Dios del Olimpo a “cuñao” de los Corintios. Desde luego hay que tener “valor” para decirles a la cara a sus homólogas deportistas y a otras muchas mujeres, que a nosotras nos han regalado algo a lo largo de la historia, cuando ni siquiera triunfando se nos reconoce y se nos premia como merecemos. Y es que de igualdad no sabe todo el mundo ni cualquiera, porque el feminismo también es una disciplina que se aprende y estudia, y a este señor las políticas de justicia deportiva, de corrección de la desigualdad endémica con estrategias de sostenibilidad, le marcaron un gran match point aquel día. Un verdadero campeón le da la mano a las deportistas admitiendo las desigualdades históricas, aplaude y ejerce las acciones que contribuyen a corregir la injusticia patriarcal.
En los presentes Juegos Olímpicos de París, la jugadora de la selección española de fútbol Alexia Putellas ha marcado unos goles memorables frente a Nigeria y a Brasil, sacando faltas y colocando directamente el balón entre los palos de la portería. Repercusión mediática de dichas hazañas: mutis por el foro. Esto lo llega a hacer Morata, y se cae España. Por supuesto España se caería acompañando dicha celebración con cánticos tan monárquicamente falaces y memorables como “Gibraltar español”, aunque ya sabemos que este jugador y algunos de sus compañeros no se meten en política; eso sí, el silencio lo ejercen solamente cuando es necesario salir a acompañar en su lucha a Jenni Hermoso y a sus compañeras frente a un impresentable y supuesto corrupto, malversador y abusador. El silencio lo practican pues, en sentido feminista inverso, supongo yo, por hacer homenaje a aquel dicho popular que afirma que cuando se trata de mujeres, “calladitas estamos más guapas”. Menos mal que aquellos días de besos robados y tocada de genitales junto a la reina en un palco, otros jugadores y equipos andaluces como el Sevilla y el Betis, fueron valientes y sí dieron la talla.
El Deporte con mayúsculas es aquel que, además de promover el entrenamiento, la disciplina, la perseverancia, la superación física y la competitividad, ejerce valores importantísimos y universales como el compañerismo, la generosidad, la igualdad o el respeto hacia el rival.
Ya lo decían nuestros padres y profesores cuando éramos pequeñas: “lo importante es participar”. Por lo tanto, los escenarios deportivos son lugares idóneos para promover la diversidad y la igualdad de género, y para trabajar por erradicar las desigualdades e injusticias de toda índole social.
¿Por qué las mujeres llegamos menos, generamos menos negocio que los hombres o se habla infinitamente menos de nosotras a pesar de nuestros talentos, logros, hazañas, victorias y esfuerzo?. Pues para quien quiera y pueda entenderlo, en la misma pregunta está la respuesta.
Simon Biles. “De la complexión infantil de Nadia Comaneci a la hipermusculada Simone Biles. Por qué y para qué han cambiado los cuerpos de las gimnastas olímpicas. Una de las revoluciones que ha vivido el deporte en el último medio siglo no está relacionada con los reglamentos ni con la tecnología, sino con los cuerpos de los deportistas”. Así se titulaba un artículo del Diario “El Mundo” hace unos días. ¿En serio?. Y aunque la intención del artículo es buena e intenta darle un toque feminista intentado analizar cómo la estética y la dietética han machacado e influenciado a las mujeres deportistas durante mucho tiempo, entra en una dinámica machista de manual. Esta dialéctica pone el foco del discurso en el físico de la mujer. Esto denota la falta de formación colectiva que sigue existiendo en materia de igualdad de género, disciplina de la que todo el mundo sabe, pero no todo el mundo entiende.
Premisa feminista número uno para principiantes: los cuerpos y los estilismos de las mujeres no se enjuician en marcos cognitivos ajenos a la voluntad propia del origen de la cuestión.
Simon Biles. A dos de agosto de 2024 acumula 39 medallas, entre mundiales y Juegos Olímpicos, 23 de ellas de oro. Biles también ha sido una campeona fuera de los estadios al ser un gran referente en su lucha para que se reconozca, normalice y trabaje por cuidar la Salud Mental a nivel mundial.
Simon, como muchas otras mujeres, ha tenido que luchar y superar casos de abuso sexual, ese que nosotras sufrimos no dentro de una dinámica abusadora general, si no por el simple hecho de ser mujeres (no se si estos dolorosos hándicaps se los han regalado también a Rafael Nadal). El siete de julio de 2022 recibió de manos de unas feminazis peligrosas y conflictivas, a no, perdón, de Joe Biden, la Medalla Presidencial de la Libertad por dar voz a aquellas mujeres que sufren el acoso y el abuso sexual.
Las mujeres deportistas que llegan, que vencen, triunfen o no, se encuentran muchas de estas cortapisas machistas a lo largo de su vida. Estas problemáticas junto a las dificultades añadidas como la conciliación familiar y laboral, el techo de cristal, la brecha salarial, la invisibilidad silenciosa o el maltrato físico e intelectual, son las que el cuñadismo no entiende, y que desde las instituciones se intentan solucionar con políticas públicas de igualdad.
Sin duda el mundo del deporte y cualquier disciplina de la vida y especialidad es mucho mejor, brillante y productivo si se vive en igualdad de derechos y de oportunidades. Jugar a las damas en el sentido abstracto que propone este escrito no es mover, comer o matar fichas al contrincante de otro sexo, sino entender que cualquier ámbito es más rico con nosotras de la mano y con nuestro talento saliendo a jugar de titular al terreno de juego. No se puede avanzar dejando atrás, desperdiciando la capacidad, invisibilizando o infravalorando, a la mitad de la humanidad.
A mi, que fue precisamente un hombre de infinita bondad y con sombrero, el que me enseñó y se empeñó en educar a una niña para que fuese fuerte, poderosa y estudiosa como uno más, a pesar de todas las dificultades y mensajes desmotivadores del entorno, me parece posible y deseable que todas y todos podamos construir en enorme futuro juntas sin atisbo de disparidad.
Por eso, enhorabuena y suerte a todas las damas que compiten estos días en la capital del Sena. Porque el mero hecho de llegar, de estar ahí y de competir, independientemente del resultado, ya las convierte en leyendas de la equidad. Y gracias a esos compañeros que entienden y comprenden todo lo que las mujeres hemos padecido y aún sufrimos, y todo lo que nos queda por conquistar.
Si como hemos recordado antes, “Lo importante, es participar”, que no se nos olvide que en muchos sectores, enfoques y disciplinas, las oportunidades para que las mujeres participen, sean visibles y reconocidas con imparcialidad, aún están por llegar.