Los primeros fueron Dalí y Gala. Eso cuentan siempre las crónicas oficiales. La pareja más surrealista fue probablemente la primera en darse cuenta, mientras paseaba por sus calles blancas y tranquilas, que aquel pequeño pueblo de molineros y pescadores podía ser el principio de una revolución.
Por aquel entonces -los convulsos años 30-, cuando Torremolinos no era ni la sombra de lo que llegó a ser después, la joven Gala, artista radical y extravagante, protagonizó en sus playas el primer topless de la historia de España. Su piel libre y desnuda fue el avance de una era que todos recordarían como la más brillante de la Costa del Sol, una era en la que las más veneradas estrellas del arte, el cine y la música harían cola para venir de Hollywood a Torremolinos.
Ocurrió sobre todo en la década de los 60 y 70. El sol, la playa, el estilo de vida relajado, la atmosfera de disfrute y libertad hicieron de este pueblo humilde un nuevo y radiante Saint-Tropez. Un oasis imprevisible en medio de la dictadura franquista que el régimen consintió con tal de atraer a la España gris y entristecida de entonces el alivio del capital extranjero.
Fue así como Torremolinos fue construyendo su propio y rutilante paseo de la fama con visitantes extraordinarios de la talla de Rita Hayworth, Ava Gardner, Frank Sinatra, Orson Welles, Ingrid Bergman, Sofía Loren, Greta Garbo, Alain Delon, Brigitte Bardot o Raquel Welch. Por decir solo algunos. Todos ellos se alojaron en chalés y hoteles de la zona –el mítico Pez Espada, el Hotel Tres Carabelas, el Tropicana-, pasearon alegres y distendidos por el Paseo Marítimo y la calle San Miguel, se broncearon en la playa de la Carihuela, vivieron la noche hasta el amanecer en discotecas y salas de fiesta como la sala El Copo o la discoteca Tiffany’s.
La ciudad, precursora del éxito turístico que años más tarde viviría el resto de la costa malagueña, fue también escogida en esa época como set de rodaje para numerosas películas. Un buen trozo de aquel Torremolinos quedó inmortalizado en cintas como ‘El coleccionista de cadáveres’ de Boris Karloff o ‘Fathom’ de Raquel Welch. También en películas españolas como ‘El Puente’, ‘Días de viejo color’ o ‘Amador’.
Mestizaje, modernidad y tolerancia fueron las señas de identidad de ese dorado Torremolinos –“no hay un sitio igual para tomar el sol y descansar”, dijo de él Marlon Brando-. Señas que aún perviven, por ejemplo en la famosa arquitectura del relax, una arquitectura prototípica de esta zona en los años cincuenta y primeros sesenta, en la que se mezclaban rasgos de la arquitectura moderna y brutalista con nuevos aires de estilo kitsch, y que hoy se mantiene en las fachadas de algunos hoteles.
El recuerdo de aquellos días de glamur pervive también bajo la sombra de los numerosos murales que decoran la ciudad y que reflejan el paso por ella de algunos de sus personajes más ilustres: el mural de Brigitte Bardot junto al paseo marítimo de La Carihuela, el grafiti de Ava Gardner en la calle de las Mercedes, el de John Lennon encima del Bar Jerez, el mural de 15 metros de Ava Gadner en el Hotel Princesa Solar.
No obstante el verdadero rastro de aquella era sigue latiendo en las numerosas anécdotas que le han sobrevivido, muchas de las cuales fueron recogidas por el proyecto Torremolinos Chic, una página web creada para preservar y difundir el patrimonio cultural y turístico de Torremolinos de las décadas de los 50, 60 y 70, para reivindicar aquel periodo excepcional a través de los nombres, las fotografías, las curiosidades de aquellos años que han pasado a la Historia.
Aquellas noches eternas
Si por algo fue popular Torremolinos durante sus años de oro fue por sus míticas discotecas y salas de fiesta. La mayoría nacieron en la década de los 50 y se convirtieron en auténticos paraísos de diversión, música y espectáculo. El Dorado, Piper ́s, Disco Joy, Boga Boga, Long Play, Los Violines, Bonanza, Picasso, Pour quoi pas?. Locales, que llamaban la atención por su clientela, pero también por su estética de lo más original y rupturista desde la atmósfera espacial y psicodélica de la discoteca Barbarela al exotismo de la sala de fiesta Cleopatra.
Una de las representantes más emblemáticas de la noche en Torremolinos fue la discoteca Tiffany’s –hoy desaparecida, como la mayoría de estos locales-. En su interior fueron fotografiados multitud de celebridades como Judy Garland, Kirk Douglas o el bailaor Antonio Gades.
La pelea de la Voz
Es una de las anécdotas más conocidas de este Torremolinos lleno de glamour. Ocurrió en el popularísimo Hotel Pez Espada, el primer cinco estrellas de Torremolinos, lugar donde Frank Sinatra –La Voz- fue detenido tras liarse a puñetazos con un fotógrafo. Sinatra, que llegó a la Costa del Sol para rodar ‘El coronel Von Ryan’, volvía tarde a descansar cuando un fotógrafo le siguió hasta el establecimiento. El actor, harto de la prensa, se enfadó y acabó golpeando al paparazzi a puñetazos. “Sinatra, detenido”, escribieron los titulares de la época.
La inspiración de Lennon
El vocalista de The Beatles dejó también su estela en Torremolinos. Aquí pasó dos semanas de vacaciones a principios de los 60 junto a su manager Brian Epstein. A menudo se le veía sentado en las terrazas de las cafeterías buscando inspiración para las nuevas letras de sus canciones.
El propio John Lennon lo narraría después en sus memorias: “yo disfrutaba con la experiencia, pensando todo el rato como un escritor”. Brian Epstein, del que siempre se dijo que estuvo locamente enamorado Lennon, volvería en numerosas ocasiones a Torremolinos hasta su muerte en 1967.
Orgullo multicolor
Si en algo ha sido Torremolinos un referente indiscutible es el respeto a la diversidad y al amor, en todos los colores. Su carácter abierto y tolerante lo convirtieron desde siempre en refugio de identidades disidentes, en emblema de la historia LGTBI española.
Existen lugares fundamentales dentro de esa historia como es el popular pasaje Begoña. Desde 1962 a 1971, este pasaje fue todo un referente internacional de diversidad y respeto a todas las identidades, un oasis de libertad que reunió a más de medio centenar de locales de ambiente, donde todo el mundo era bien recibido y en especial aquellos que eran rechazados fuera por causa su orientación sexual.
Hoy este pasaje está considerado Lugar de Memoria por haber sido testigo del episodio más negro ocurrido en Torremolinos en aquellos años: la gran redada franquista que tuvo lugar en el 71 y que afectó a más de 300 personas acusadas de atentar contra la moralidad pública.
Actualmente, Torremolinos está reconocido como cuna de los Derechos LGTBI, una de las ciudades más tolerantes de Europa, con un espíritu libre, abierto y cosmopolita que todavía pervive en sus calles, que forma parte incorruptible del ADN de esta ciudad.
La mascota de Brigitte
Cuentan que era un verdadero espectáculo verla caminar descalza por el mismo centro de Torremolinos. Y la verdad es que poco extraña dado el encanto y atractivo de esta figura francesa del cine y la canción. Brigitte Bardot rodaba por aquel entonces, en 1957, la película ‘Los joyeros del claro de luna’ y aprovechaba los momentos de descanso para bañarse en la piscina o pasear por este “paraíso salvaje” como ella misma llamaba al pueblo malagueño.
En el rodaje de aquella película, Brigitte compartía escena con un curioso compañero, un pequeño asno que ella misma bautizó con el nombre de Romeo y que, al final de la película, se negó a devolver. Acabó comprándolo y como la gerencia del hotel donde se hospedaba no le permitió instalarlo en el garaje, lo subió a su habitación. Cuentan los rumores de entonces que el famoso Romeo dormía con ella en la misma cama.