Raquel y Juan Antonio hacen todo, por Antonio. Bajo ese lema han convertido su vida en un compromiso absoluto con su hijo. Entre terapias y cuidados, entre esperanzas y obstáculos, ambos recorren un camino entrelazado con un único propósito: que su pequeño mijeño de seis años sea feliz. Un sendero lleno de desafíos que han aprendido a transitar con amor y determinación. Desde su nacimiento, Antonio enfrenta una enfermedad rara y degenerativa, la distrofia muscular por déficit de colágeno 6, que limita sus actividades diarias y esenciales.
«Imagínate salir del hospital con un bebé con oxígeno, una máquina de alimentación, un pulsioxímetro… Es bastante duro», confiesa su madre, Raquel. La vida de Antonio gira en torno a un sinfín de terapias imprescindibles: motora, fisioterapia respiratoria, psicológica, logopédica, además de fortalecimiento físico con natación y otras alternativas. Pero todas estas terapias suponen un coste elevado, una carga económica que pocos pueden asumir. «Es muy frustrante saber que no puede ni jugar al fútbol ni bailar, a pesar de que te lo pide constantemente», lamenta su padre Juan Antonio.
En un acto de solidaridad y compromiso, el próximo jueves 3 de abril el Teatro Manuel España acogerá un espectáculo musical organizado por los padres de Antonio junto a la Asociación Sembrando Sonrisas, con el apoyo del Ayuntamiento de Mijas y numerosos patrocinadores. Mario Mendes, Miguel Sáez, Khiara y Ariel de Cuba se unirán en el escenario con un objetivo claro: recaudar fondos para Antonio y otros niños que necesitan estas terapias esenciales. «Cualquier granito cuenta, no solo para Antonio, sino para todos los niños que las necesitan», añade su madre con esperanza.
Rosa Planelles, de la Asociación Sembrando Sonrisas, conoce bien a Antonio y su historia. Para ella, este pequeño es «un guerrero al que nadie puede ni debe dar la espalda». Y muchos han decidido no hacerlo: varios negocios y locales de la zona se han volcado con su causa, demostrando que la solidaridad y el apoyo de la comunidad pueden marcar la diferencia.
Desde su experiencia, los padres de Antonio lanzan un mensaje que trasciende su propia lucha: la importancia de educar en la inclusión. «Debemos enseñar a los niños que aquel que va en silla de ruedas, tiene autismo o cualquier otra condición no es alguien extraño, sino una persona a la ayudar”.
A pesar de la incertidumbre y las dificultades, Raquel y Juan Antonio encuentran en su hijo una lección de vida. «Antonio es un niño feliz, que te enseña día a día a superarte», dicen con orgullo. No hay cura para su enfermedad, pero cada día es una nueva oportunidad para no rendirse, para que Antonio sea feliz, y siga haciendo feliz a los que están a su lado.