Al final Ablaye pudo marcharse como él quería, acompañado hasta el último respiro por su hijo Cheikh. Así lo pidió hace semanas a través de su médico, el cardiólogo Rafael Bravo. Este senegalés de 60 años permanecía ingresado en el Hospital Costa del Sol en estado terminal a causa de una rara enfermedad que sufría desde 2010. Ablaye sabía que el final estaba cerca, por eso habló con su médico: no quería morir solo. Desde entonces Bravo ha movido cielo y tierra para conseguir un visado especial que permitiese venir a España a su hijo.
La movilización social, el apoyo de los medios de comunicación y la recogida de 65 mil firmas lograron finalmente agilizar los trámites burocráticos para que Cheikh pudiese volar a Malaga y volver a reunirse con Ablaye, pasar con él estos últimos días de vida que -como publica hoy Diario Sur- se apagó esta madrugada. Ablaye falleció a las 1.30 horas, pero no lo hizo solo. A su lado estuvo su hijo Cheikh agarrando su mano hasta el final.