Si hay un espacio de gran riqueza ecológica en la Costa de Sol ese es, sin lugar a dudas, las dunas de las playas de Marbella. No solo facilitan el desarrollo de una vegetación y fauna de gran valor medioambiental, sino que también ayudan a las aguas subterráneas al evitar el ingreso de agua salina, conservando así las playas en su mejor estado. Unas zonas naturales de gran valor que, cada verano, los turistas y visitantes deterioran por hacer un uso «incorrecto» e «irrespetuoso».
Así lo asegura la Asociación ProDunas de Marbella que, como cada octubre, arranca la nueva temporada de recuperación y conservación de las dunas: «Debido al alto flujo de turistas en las playas y al nulo respeto con las dunas, al final del verano se encuentran en muy mal estado», explica en una entrevista la bióloga de ProDunas. Así, asegura que los turistas las «pisotean», «arrojan residuos» y «pasan sin cuidado para acceder a las playas».
La asociación lleva desde 2004 luchando por conservar estos espacios naturales. Por ello, cada martes, se organizan grupos para realizar labores de mantenimiento en todas las dunas del este de Marbella, desde el Pinillo hasta Cabopino. Según indica la bióloga, estos trabajos son de «gran importancia» y sirven para «erradicar las plantas invasoras que desplazan tanto la vegetación como la fauna autóctonas y se apoderan del terreno». De esta forma, trabajan de manera altruista «para que las dunas se mantengan en el mejor estado posible».
Una tarea que no es fácil debido a la falta de compromiso y a la irresponsabilidad ciudadana que «descuida» todos los años estas zonas naturales. La asociación insiste en la necesidad de delimitar estas zonas, poniendo carteles que expliquen que se trata de una duna y la importancia de su conservación.
Gracias al compromiso desinteresado de esta asociación, en el año 2015 nueve de estos entornos dunares fueron declarados como Reserva Ecológica Dunas de Marbellas. Así, estas dunas poseen unos carteles informativos que indican la vegetación y fauna autóctona. Al mismo tiempo, están delimitados «con estacas» para evitar que las personas se tumben en la duna y que sepan que se trata de una reserva ecológica.
No obstante, desde la Asociación explican cómo este verano pasado muchas personas «se tumbaban en las dunas» porque «se habían quedado sin playa». Otra de las consecuencias se ve reflejada al habituar las playas para la llegada de los turistas, lo cual implica extraer arena del mar y provoca que, a largo plazo, las dunas se vean afectadas por los temporales de otoño e invierno, según indica la bióloga de Produnas.
Una situación que se ha agravado con la llegada de las consecuencias del cambio climático. Tras la subida de las altas temperaturas y el aumento de la desertificación del planeta, el nivel de mar está subiendo y las costas «se están destruyendo». Además, ha aumentado el riesgo de las inundaciones. Frente a esta problemática, las «dunas son una herramienta de protección» ya que sirven de «barrera física» y «protegen nuestras costas» ante posibles tormentas e inundaciones. Asimismo, este espacio natural supone «una de las fuentes más importantes de arena para nuestras playas».
Por otro lado, la Asociación reconoce que el turismo sostenible en Marbella «no es del todo posible» ya que no posee las infraestructuras «necesarias» para que el flujo de personas en las dunas sea «controlado» y «responsable». Por ello, la Asociación insiste en la importancia de concienciar a la ciudadanía y al turista en el cuidado de estos espacios naturales, ya que son «de los pocos ecosistemas de la Costa del Sol que no se han deteriorado». Su fauna autóctona y su vegetación la hacen ser un entorno natural que «debemos cuidar» para asegurar la supervivencia del ecosistema.
Un espacio natural que si se mantiene puede ser, además, un atractivo de interés turístico más para que los turistas decidan visitar las playas de Marbella. Eso sí, haciendo un uso respetuoso y amable que permita a la Costa del Sol disfrutar de un turismo sostenible.