El comercio ilegal sigue azotando a algunas especies de animales de manera muy seria, rozando la extinción. Es el caso del loro, que junto a la cacatúa supone el 2% de esas ventas, según el informe Mundial sobre Delitos contra la Vida Silvestre 2024 de la ONU. Afortunadamente, hay esperanza gracias a ciertas personas que prácticamente ponen su vida al servicio de terceros.
Diego Noriega, biólogo, lidera desde 2005 el Programa de Protección, Conservación y Reintegración de la Guacamaya Roja. Su objetivo, preservar la población más grande de guacamayos rojos, que sobrevive en la selva Lacandona del estado de Chiapas, dentro y alrededor de la Reserva de la Biosfera de Montes Azules. Pero solo quedan mil individuos en estado salvaje y su área de distribución original está en el 20%.
La fórmula que están llevando a cabo desde la organización Natura y Ecosistemas Mexicanos (NEM) consiste en extraer a las crías de loro cuando los cazadores furtivos se acercan a un nido, y los crían hasta que puedan regresar a la naturaleza. De esta forma, además, evitan que la población de esta especia envejezca demasiado. Por ahora ya han rescatado a unos 200 polluelos, que han sido liberados con éxito.