La pequeña Sara, de cuatro años, había ido al dentista para una intervención sencilla, una pequeña caries situada en su mandíbula derecha, sin embargo durante la intervención la aguja de la anestesia se le quedó clavada y migró hasta el sistema nervioso.
Cuando la llevaron de urgencia al Hospital Sant Joan de Déu en Barcelona, el equipo de cirujanos no lo podía creer. Nunca antes se habían enfrentado a una operación así.
La aguja se había colado por uno de los orificios por los que pasan nervios y arterias en la base del cráneo. Un TAC determinó que «la aguja se había movido y había llegado al cerebro».
Los médicos realizaron una incisión de varios centímetros para acceder a la aguja. Una operación compleja y milimétrica que acabó con los aplausos de todo el equipo en el quirófano.
Era el final feliz de una pesadilla que había empezado 44 horas antes. Tras la intervención, a Sara no le ha quedado ninguna secuela, excepto la cicatriz de esta insólita operación.