Cada 5 de enero las colas llegan hasta la Iglesia San José de Estepona. Y no es para menos. Hablamos de la emblemática Pastelería Los Remedios, abierta en la barriada de Los Remedios desde hace 30 años. Nada más pasear por la puerta de este Obrador un cautivador olor a dulce nos atrapa. Nos recibe Antonio, dueño del establecimiento, junto al resto del equipo. En la víspera al Día de Reyes, no es un día fácil para atendernos, pero aún así nos invita a conocer el gran secreto: Cómo preparar más de 600 roscones de forma artesanal, con sus propias manos, en menos de 48 horas. Todo un reto.
«No paramos. Cocinar, fermentar, rellenar, vender… Sin parar. El teléfono echa humo, desde las 8:00 de la mañana hasta las tantas de la noche. Aquí estamos. Es un trabajo sacrificado, pero merece la pena», cuenta Antonio sin parar de meter roscones en el horno. Una cocina sencilla y humilde, pero llena de ilusión, profesionalidad y compañerismo.
En el obrador se respira la magia que se esconde detrás de cada roscón. No solo por su atrapador olor, sino por la química que se desprende entre los compañeros. Y es que se trata de un negocio familiar. Antonio, el dueño; Mercedes, su mujer; Eduardo, su hijo y Rafa, ya considerado de la familia son los únicos que están detrás de la Pastelería.
Sin desvelarnos «el gran secreto», Antonio nos explica cómo se elabora cada roscón. Una receta que realiza desde hace 30 años: «Primero empezamos con un amasado, que se hace muy temprano (a las 7 de la mañana). Nosotros trabajamos con un saco de harina todos los días, se pasa al proceso de formado, se forma a mano en la mesa, se le pone la fruta, se pone en bandeja y se pone a fermentar. Cuando ya eleva, lo cocinamos en el horno, se enfrían, pasamos a mesa y rellenamos. Luego, caja y frío».
Pese a nuestra insistencia, hay pasos que no nos deja descubrir: «El secreto siempre tiene uno una coletilla que no enseña, pero básicamente es un brioche de base perfumada con naranja, con su fruta escarchada, un poco de azúcar, la nata de relleno si lo quiere con relleno…», cuenta.
Aunque el gran secreto para que cada año los vecinos de Estepona y alrededores elijan esta pastelería no es otra que dedicarle muchas horas de trabajo: «Este año estamos en una media de 650-700 roscones. Ya no podemos más. El sacrificio es muy grande. Trabajar muchas horas y ahora los márgenes son menores porque ha subido todo, no solo a mí. Es difícil mantenernos cada años, pero, aquí estamos», asegura.
Con la confianza de que volverán a hacer sus entregas un año más, Antonio presume con orgullo de sus roscones: «Los vecinos de aquí me conocen todos, y del extrarradio también. Si quieren probar algo bueno, que vengan, no será el más bonito de todos, pero es el más bueno», asegura entre risas.