“No anclarse en el pasado para disfrutar el presente”. Es el sabio consejo de quien ha logrado estar en el pódium más alto, consiguiendo el sueño que todo deportista persigue: llegar a unos Juegos Olímpicos. Un logro que guarda en su recuerdo y del que se enorgullece pero del que solo habla, asegura, “si le preguntan”. Bajo un tono humilde y cercano, el mijeño José Manuel Cerezo, ex mediofondista especializado en los 800 metros, recuerda en una entrevista para ONCESOLES sus orígenes como atleta.
Tenía solo 10 años cuando comenzó a practicar el deporte de manera más seria. Por aquel entonces sus días consistían en “ir al colegio, llegar a casa y jugar en la calle”. Su llegada al atletismo fue casi por casualidad. El que fuera entrenador de fútbol de su localidad incitaba a los jugadores a practicar las carreras populares, “para coger fondo”. Después sería Paco Marín, el entrenador de atletismo de la época, quien le ficharía para entrenar.
Aquello que comenzó como una prueba acabaría convirtiéndose en su mayor hobbie: “Empecé a correr las maratones populares. La primera que gané fue una de mi barrio. Era el primer año que corría y quedé en primer lugar de la categoría alevín”, recuerda entre risas.
Pronto se daría cuenta de que, igual que era un auténtico desastre con el balón, podía destacar sobre el resto a la hora de correr: “Era muy rápido y empecé a entrenar de manera más seria. Ya no solo jugaba en la calle, sino que también entrenaba. O estaba corriendo o estaba jugando. También seguí con mis estudios”, explica.
Comenzó entrenando con su club, el de Mijas. Pero, como en la localidad no había pista, se trasladaba hasta el Arroyo de la Miel, en Benalmádena, para entrenar. Asegura que su padre no le llevaba en el coche, “eso era solo para urgencias”. Sea como fuere, con combinaciones, en tren o autobús, Cerezo no faltaba a sus entrenos de atletismo.
A los 15 años fichó por el Nerja, aunque continuaba ligado a su club de Mijas y a sus 17 ingresó en la Selección Española de Atletismo: “Entrar en la Selección de Atletismo es algo muy difícil, tienes que estar entre los tres mejores de España. Y el puesto hay que ganárselo cada año”, explica Cerezo.
Fue en el año 1992, con tan solo 18 años, cuando realizó su presentación en el escenario de atletismo nacional e internacional, donde logró proclamarse campeón de España júnior al aire libre. De esos momentos recuerda, sobre todo, la ilusión de llevar la camiseta roja: “No paraba de mirarme en el espejo. Era un sueño, verte representando a España es algo que no se cumple todos los días”, recuerda.
Meses después, logró la medalla de oro en el Campeonato de España promesa. Aquello solo era el principio de una trayectoria de éxitos: Representar al país en numerosos torneos triangulares por Europa, séptimo de Europa absoluto, subcampeón de España absoluto, participó en el Mundial de Atenas del 97 -donde pasó a cuartos de final-, campeón de España en 1997 y en el 1999 en Sevilla.
Pero su mayor éxito no llegaría hasta los 2000: Participar en los Juegos Olímpicos de Sidney. Una experiencia que sobrepasó todos los límites: “Es como cuando ves una serie después de leer el libro y te decepcionas. Pero todo lo contrario. La imaginación se quedó corta a la realidad”, explica. Pese a que ya había participado en eventos deportivos de categoría, como mundiales o europeos, “las Olimpiadas no tienen nada que ver, es el mundial de todos los deportes”. De todo ello, asegura que lo que más disfrutó fue “poder rodearse de todos los mejores de todos los deportes”.
Por aquel entonces Cerezo tenía 27 años y el sueño que tenía a sus 10 se había hecho realidad: “Verte compitiendo ante 80.000 espectadores y ver que aquel sueño se había cumplido, eso no lo ves todos los días”, asegura. Algo que no habría sido posible sin el apoyo y el trabajo de su entrenador, Rafael Morales, quien le acompañó durante catorce años.
Después de toda una vida dedicada al atletismo, reconoce que las mayores dificultades a las que se ha tenido que enfrentar en su carrera han sido las temidas lesiones: “Lo más duro son las lesiones, yo cobro por correr y si dejas de correr dejas de ganar dinero. He tenido todo un rosario de lesiones, pero nada me ha frenado”, afirma con decisión. Y cierto es. Más de tres años de parón y una rotura de tendón de aquile, entre otras muchas, no frenaron al mijeño.
El apoyo incondicional de su familia
Para poder crecer siempre es importante contar con el apoyo de la familia. Así lo asegura Cerezo, quien reconoce haber tenido siempre “el apoyo incondicional” de sus padres: “Para ellos no fue un sacrificio que yo entrenase, podía entrenar desde el pueblo. Pero sí que me apoyaron siempre para que hiciera lo que me apasionaba que, en mi caso, era el atletismo”, explica.
En este sentido, reconoce que la mayor dificultad se debía a “los tiempos que corrían”: “Por aquel entonces o estudiabas o trabajabas, eso de que el niño solo hiciese deporte era algo raro”. Y aunque Cerezo lo compatibilizó con sus estudios, años después pasaría a dedicarse exclusivamente al atletismo, su profesión: “Llegó un momento en el que yo ganaba igual que mis padres trabajando. Donde yo iba llevaba los gastos pagados y cobraba. Era mi trabajo y es mi profesión, aunque algunos no lo entiendan”, indica.
También reconoce haber sentido siempre el arrope de “sus amigos de toda la vida”. Recuerda las primeras veces que lo acompañaban a algunas competiciones. Todos, quedaban sorprendidos cuando le pedían fotos y autógrafos: “Hombre, yo les decía que en mi deporte estaba arriba”, dice entre risas.
Y, pese a que se trata de un deporte individual, asegura haber conocido a muchos compañeros de profesión que pasaron a ser amigos: “Es un deporte muy social. Tu rival fuera de la pista es tu amigo, no es como en los deportes de equipo donde tus amigos son los tuyos. Aunque todos somos muy competitivos, no nos gusta perder ni al parchís”.
Cerezo y su vinculación con Mijas
El atleta mijeño se ha convertido en un referente del deporte en su localidad, destacando por su entrega y disciplina en el atletismo. Fue en Mijas donde comenzó todo y donde continúa aún su historia. Cerezo ha logrado llevar el nombre de su pueblo a lo más alto en múltiples competiciones nacionales e internacionales.
Y aunque a lo largo de su carrera ha acumulado numerosas medallas, victorias y títulos que lo han consolidado como uno de los atletas más destacados de su generación en la comarca, asegura seguir siendo “el mismo de siempre”.
Al preguntarle sobre Mijas automáticamente recuerda su barrio, el barrio de Santa Ana: “En Mijas solo tenemos un barrio. Es muy vivo, tenemos nuestra propia verbena, si no hay cruces nosotros la montamos y esto es como una pequeña familia”, explica. Recuerda, incluso, cómo hace años todos los vecinos se unieron para decorar el barrio con adornos navideños al no haber suficiente presupuesto municipal para decorar esa calle.
“Ha sido un barrio que siempre ha sido pura alegría y es donde yo me vinculo con Mijas”, reconoce. Y no solo él, sino toda su familia: “Al menos cuatro generaciones atrás son de aquí de Mijas”. Antes de casarse, sus padres vivían en un campo de la localidad pero cuando él nació ya tenían la casa en el pueblo.
Allí todos lo conocen, lo quieren y lo admiran. Tanto es así que este año fue elegido como Pregonero de la Feria de Mijas 2024. Algo de lo que se siente muy orgulloso: “Para los que somos de pueblo que te elijan como pregonero significa que eres importante para el municipio”, agradece.
“Fue un momento muy bonito, me lo pasé genial”, recuerda. Lo hizo con un pregón en el que a través de los recuerdos, los sentimientos, las anécdotas y el humor ofreció un detallado recorrido de la evolución de la feria en las últimas cuatro décadas.
Un momento en el que también recordó que el atletismo es un deporte duro y solitario que requiere mucha disciplina, resaltando que durante la temporada de competición tenía que hacer muchos sacrificios pero que, “casualidades de la vida”, esta acababa a finales de agosto, “ese evento que coincidía con mi descanso era la Feria de Mijas”.
Destacando siempre con su carisma y humor, su momento favorito del pregón fue “cuando me puse la bata de cola y me eché a bailar, sin tener ni idea de ello”.
Lo que distingue a Mario Cerezo no es solo su talento natural, sino también su humildad y dedicación al trabajo diario. Todo el que lo conoce sabe que siempre ha sido un atleta disciplinado que entrena sin descanso, con una visión clara de superación personal y un compromiso firme con el deporte. Además, su carácter cercano y su implicación en la comunidad han hecho de él un referente para los jóvenes deportistas mijeños que ven en él un ejemplo a seguir.
Un legado que traslada ahora a los atletas del Club de Mijas en el Hipódromo de la localidad, donde ahora es el entrenador. Así, compaginándolo como monitor del gimnasio municipal, asegura disfrutar de esta etapa al igual que las anteriores, sin recelos de la temporada olímpica: “Disfruto mucho con el atletismo y sigue siendo mi trabajo. Intento inculcarles a los jóvenes la pasión por el deporte, que se empapen de ello y disfruten”, explica.
Cerezo, que comienza esta entrevista defendiendo no anclarse en el pasado, la finaliza de la misma forma: “Para el futuro solo quiero seguir como ahora. Tanto mi lugar en el gimnasio como en la pista con los chavales es un trabajo que me gusta. Seguir así, eso es lo que quiero”.
Durante el año acompaña a sus alumnos a las competiciones. Por ello, viaja tanto durante el año que cuando descansa solo quiere hacer algo de escalada, más deporte o disfrutar de una cerveza con amigos. Todo, menos quedarse en casa. Un lugar donde no guarda ni un solo recuerdo material de su etapa en la élite.
La razón se remonta a su infancia: “Cuando era niño mi prima y yo queríamos jugar con las cosas de su abuelo político, no nos dejaban porque se estropease. Falleció y al día siguiente tiraron las cosas a la basura. Aquello se me quedó grabado”, recuerda.
Es por ello que asegura “no tener apego a nada material” ni siquiera a lo que perteneció a la etapa más alta de su carrera: “No soy una persona que valore lo material, ni siquiera hablo de las olimpiadas, tan solo si me preguntan. No significa que no me enorgullezca ni lo recuerde, pero vivo en el hoy. Porque cuando yo no esté todo irá a la basura”.
Porque Cerezo cree firmemente que se le da demasiada importancia a lo material y que, aunque los recuerdos perduran, no se puede vivir eternamente de lo que una vez se fue.