El ‘Árbitro de la paz’ es de Benalmádena. Se llama Ángel Jiménez y ha atendido a AZ Costa del Sol esta semana para hablar del estado actual del deporte base, en especial el fútbol, y la novela que ha publicado en las últimas semanas, ‘El árbitro de la paz y el equipo Campeones’, que está disponible en la web de la Plataforma 090.
«Me pusieron el mote en 2006 porque paré el partido por primera vez por insultos. Dije que no iba a permitirlos y, desde entonces, seguí un protocolo contra la violencia verbal y en aquel momento me pusieron el apodo del ‘Árbitro de la paz», nos cuenta Ángel, que es bien conocido por dar charlas previas no solo a los más pequeños, también a su entorno, padres y entrenadores.
«Estas charlas hacen que nos miremos a los ojos, que recapacitemos, que nos demos cuenta de lo importante, que es que haya respeto, un buen ejemplo… Los críos tienen derecho a disfrutar en paz de su deporte, sea el que sea. Entramos todos en el partido con una dinámica y conciencia que nos va a beneficiar, no solo para los adultos, también para los menores», explica.
Ángel reconoce que «sigue habiendo problemas». «Hace 20 años ni se mencionaba. ¿Queda camino por recorrer? Por supuesto, y no solo en la cuestión de violencia, también en inculcar que no hagan trampa, que intenten ganar pero no como sea, que el deporte es diversión, no meter presión a los chavales… Muchas veces se ven a padres dando instrucciones a los niños y estos acaban saturados. Vamos a intentar que la actividad deportiva sea beneficiosa para ellos, que le ayude en su proceso humano y que disfruten sin ninguna presión», añade.
«Es absurdo siempre pelear por un deporte, en algo que debe ser convivencia, respeto y pasarlo bien. Debemos mirar por la dignidad de todos los que están, incluido el árbitro. Hay árbitros que son tan jóvenes que sobrellevar ciertas situaciones es muy difícil para ellos», señala Ángel, antes de agregar: «He tenido casos de padres y madres que se desahogan sobre lo que han vivido sus hijos en el arbitraje. Es indecente que pase con cualquier persona de cualquier edad, pero todavía más con niños».
Respecto a la novela, apunta que transmite su ilusión «de conseguir un deporte base que nos ayude a todos». En ella, hay una entrenadora que se llama Victoria, «un nombre significativo porque consigue victorias no solo en torneos, sino en formación». «Es una educadora y una formadora fantástica. Es lo que tienen que ser los entrenadores de la base, y luego hay un presidente maravilloso que la sigue, la apoya y que quiere que su club sea un referente en valores», relata.
«Hay un árbitro también que tiene mucho de quien les habla, es joven pero con muchas inquietudes, y un equipo de niños y niñas que va a vivir muchas experiencias, dificultades de las que se van a sobreponer, van a mostrar y vivir los valores que les transmiten las personas que tienen alrededor. Se pueden extraer muchas enseñanzas de la novela, y esa es mi ilusión, por eso está alojada gratuitamente en la Plataforma 090», continúa.
Este es el vigesimocuarto curso del ‘Árbitro de la paz’ en el Colegio Maravillas, en Benalmádena, centro del que también fue alumno. «Es como mi segunda casa, no solo es mi trabajo, es una gran parte de mi vida», subraya Ángel, que es organizado de una liga de fútbol sala en los recreos para sus alumnos de Secundaria y Bachillerato. «Tratamos de que sirva también para la formación y, de hecho, ahí nació el ‘VAR de la honestidad’, uno de los conceptos que también se ven en el libro y que es una maravilla, el hecho de que un jugador sepa que te has equivocado a su favor y que te ayude a hacer justicia», comenta con orgullo.
Su esencia es enfrentar a la violencia, dejarla en evidencia: «Al segundo insulto, paro el partido. La violencia hay que cortarla rápido, si dejamos que se implante, luego ya estamos perdidos. A la más mínima muestra, hay que tomar medidas, eso es indispensable. Me ha ido muy bien, en la mayoría de los partidos, el ambiente es genial. Lógicamente, antes, sí he vivido experiencias muy desagradables».
«Dejando al lado insultos e incluso alguna agresión física que me ha tocado vivir, recuerdo que con 19 o 20 años estaba arbitrando un partido de cadetes y me estaban insultando bastantes. Entonces, un chico de categoría cadete, que había perdido, se dirigió a las personas que venían acompañando a su equipo y dijo: ‘Un poco de respeto para este hombre’. Y a mí aquello me llegó muy hondo, que un chico tratara de educar a los que se supone que tenían que darle ejemplo a él», concluye Ángel, que insiste en la importancia de que los niños y niñas disfruten sin presión y practicando el deporte que les apasiona.