La Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos) muestra su rechazo a la aplicación de una tasa turística, tal y como los ayuntamientos de Sevilla y Málaga se han mostrado dispuestos a estudiar, y acerca de la cual, la Junta de Andalucía puede valorar dar libertad a los municipios para su aplicación.
La Asociación, además de oponerse conceptualmente, considera al mismo tiempo singularmente inoportuno abrir el debate en la coyuntura actual: en pleno proceso de recuperación de una pandemia que ha dañado especialmente al sector turístico, y cuyo ritmo se está viendo condicionado tanto por la inflación superior al 10% como por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, entre otros motivos.
“El sector turístico en general y el hotelero en particular ya tiene que hacer frente a numerosos impuestos, sean de carácter local o no; impuestos por otra parte que están sometidos a continua revisión. De la misma forma, también tiene que afrontar continuos gastos en mejoras y adaptaciones para poder cumplir con las estrictas normativas que emanan de las administraciones en lo que a la actividad turística y hotelera se refiere”, argumenta José Luque, presidente de la patronal hotelera.
Además, resulta paradójico que desde las distintas administraciones se valore aplicar esta tasa que, de base, es discriminatoria y perjudica a un perfil concreto de turista: el que se aloja en establecimientos hoteleros. Y es que, por citar como ejemplo el caso de Málaga capital, de alrededor de tres millones de turistas alojados en 2019, tan sólo el 35% se alojaron en establecimientos hoteleros y extra-hoteleros. El resto lo hicieron en otro tipo de alojamiento no hotelero o en casas de familiares y amigos, que por imposibilidad de materializar el cobro estarían eximidos de este impuesto.
Por si fuera poco, cabe destacar que el planteamiento es aplicar este impuesto precisamente al viajero que realiza mayor gasto en destino. El turista que pernocta ronda una media de presupuesto de 235 euros por persona y día. Sin embargo y, por ejemplo, un perfil como el excursionista (del que Málaga ciudad recibe alrededor de 1,7 millones al año y que no pernocta), su gasto en el destino se reduce hasta los 70 euros, que no significa ni un tercio de gasto del turista que pernocta, uno de los ejemplos claros es el de los más de 470.000 cruceristas que visitaron en escala la ciudad en 2019 cuyo gasto medio por pasajero en tránsito ronda los 40 Euros.
Al respecto, y puestos a incluir esta tasa, debiera valorarse una aplicación universal para todos los visitantes al municipio y que gravara más a quienes menos gasto efectuasen en el destino, entre los cuales, por descontado, no se halla el usuario del establecimiento hotelero que sí que aporta y genera economía en su entorno.
Más allá de estas valoraciones, cabe recordar que, en España, el sector turístico se ve ya gravado por un impuesto sobre el valor añadido de un 10%, siendo uno de los países de la Unión Europea con la tasa más alta en comparación con Francia (7%), Alemania (7%), Países Bajos (6%). Por no hablar de que la aplicación de esta otra tasa que ahora se estudia, está por ver que beneficie directamente a los residentes de destinos turísticos o a mejora de infraestructuras, ya que anualmente queda a criterio de cada administración la finalidad o el destino de lo recaudado.
Finalmente, Aehcos sugiere que el aumento de la recaudación pública, en caso de ser necesario para el país, debiera encauzarse a través más de la importación que de la exportación, considerando siempre que los ingresos provenientes de la actividad turística internacional se tratan de exportaciones en toda regla.