Si hay un símbolo que representa al pueblo de Casares ese es, sin lugar a dudas, el Pan Moreno. También llamado ‘Cateto’ o ‘De pueblo’, este tradicional alimento ha acompañado en cada comida a las familias del pueblo. Para una de ellas, en particular, ha marcado toda su historia familiar, siendo así cinco las generaciones que han elaborado un Pan Moreno que se lleva, a día de hoy, por la Costa del Sol, Campo de Gibraltar y por toda Andalucía.
SE TRATA de ‘La panificadora de Casares’, un negocio familiar situado en el término municipal de Casares donde, de manera artesana, se elabora este producto tan característico de la zona. Hoy, con motivo del Día Mundial del Pan, hacemos un recorrido por la historia de este negocio.
Su trayectoria familiar comienza con la bisabuela paterna, Ana Blanco Guerrero, conocida popularmente como ‘La Carifa’. Ana cocía pan en un horno de barro a cambio de huevos o hortalizas, a modo de trueque: «Mi abuela encendía el horno para hacer pan y la gente iba a cocerlo, hacían intercambios, aunque también dejaba que cociesen lo que necesitaban sin pedirles nada», cuenta su nieta, Ana López, en una entrevista a AZ Costa del Sol.
La hija de Ana Blanco, Isabel Rodríguez, creó en un callejón de la calle Carrera el obrador donde se elaboraba el pan que consumían la mayoría de las familias casareñas. Tanto la familia como el callejón, han mantenido el apodo familiar que también acompañaba al obrador, el Horno de la Carifa.
Más tarde, sería su hijo, Manuel López Rodríguez, quien fundaría la fábrica junto a su mujer, Ana María Valadez, en el año 1998. Así, Manuel continuó la receta de su exquisito Pan Moreno que su abuela y su madre le habían confiado, procurando así conservar la calidad y su especial sabor.
Cada mañana salen de la fábrica los camiones que realizan el reparto del pan de Casares recién hecho, con destino a Málaga, toda la Costa del Sol y el Campo de Gibraltar. Son los vehículos que sustituyeron en su momento a la furgoneta Renault 4L con la que efectuaba Manuel el reparto en la primera época, aunque esa modesta joya de la historia del automóvil todavía sigue en funcionamiento.
Así, este pan ha logrado posicionarse como uno de los panes más relevantes de toda la Costa del Sol y, según explica Ana, los clientes lo demandan «por sus ingredientes totalmente naturales», elaborándose solo con «materia prima de harina de recia, agua y levadura madre y sal». La sensación que experimenta quien lo prueba es «que no existe pan como este en ningún lado», explica alegre Ana.
El secreto, “como decía mi abuela, es una buena harina y de calidad, lo más importante para hacer un buen pan”, explica Ana López. Además, «se elabora mano, con materia prima de buena calidad de Andalucía y con una levadura artesana, nada de productos artificiales», indica la nieta. Una receta que «sigue intacta desde nuestros antepasados y que, a día de hoy, conservamos como su mayor legado».
Un negocio que esconde detrás toda una historia familiar y muchas horas de trabajo, esfuerzo y dedicación: «Nosotros estamos las 24 horas del día detrás de la panadería, así lo vivieron nuestros abuelos, nuestros padres y, ahora, nuestros hijos, quienes también nos ayudan siempre que lo necesitamos y están pendiente al día a día de la panadería».
Una historia que traspasa generaciones y que entra en los hogares cada mañana con el pan recién hecho. Como nieta, Ana expresa emocionada que es «un orgullo seguir manteniendo todo lo que nos enseñaron nuestro antepasados». Así, agradece el reconocimiento por parte del Ayuntamiento del ‘Callejón de la Carifa’ y al pueblo de Casares «por el cariño con el que siempre nos han tratado».