Desde la boca de Groucho Marx, aquel eterno comediante de afilada lengua y chispa inigualable salió un grito que aún resuena en los rincones del cine: «¡Más madera!». Y no solo se refería al tren que ya no podía avanzar sin combustible, sino al deseo de más cine, de más arte y de más historias. Una frase que en los años 60 se transformó en el nombre de un cineclub que, con el tiempo, se consagró como un refugio para los cinéfilos de la Costa del Sol. El Cineclub Más Madera, nombre que rememora aquella expresión, nació para ser el hogar de un cine distinto.
“Ya son 33 años proyectando cine de autor, comprometido y, sobre todo, de calidad”, nos dice Enrique, presidente del Cineclub Más Madera de Benalmádena. El mismo que, con una mezcla de orgullo y asombro, nos cuenta que mañana, miércoles 19, recibirán la Biznaga en el Festival de Cine de Málaga. «Este premio se lo dedicamos a todos esos cinéfilos que, sin falta, cada jueves nos acompañan en este viaje cinematográfico. A todo el pueblo de Benalmádena, y por supuesto, al Ayuntamiento, por su constante apoyo y colaboración», afirman al unísono María, Emilia y Paqui, las vocales del cineclub.
Nos reciben en el mismo lugar donde, cada jueves, el arte de la gran pantalla cobra vida en la Casa de la Cultura de Arroyo de la Miel. Allí, entre risas, reflexión y alguna que otra lágrima, se proyectan las películas elegidas por una junta directiva que sigue fiel a su criterio, siempre buscando la autenticidad. Películas en versión original, esa rara joya cinematográfica que no se encuentra en todos los rincones del mundo, y que, como un hechizo, envuelven a los asistentes en una atmósfera única. «Casi siempre, las 200 butacas se llenan, y no solo de socios; vienen cinéfilos de toda Málaga, e incluso extranjeros para ver las películas de sus países», confirma la dirección del club.
La organización, amante del cine y dedicada a este evento semanal que nunca falla, se ha convertido en algo mucho más que una simple proyección de películas. «Es un evento social, la gente habla, disfruta, se toma algo después…», afirman con entusiasmo. Es en esos pequeños detalles donde reside la magia de este cineclub, que ha logrado forjar una comunidad que, año tras año, se reúne no solo para ver cine, sino para compartir momentos, impresiones y, sobre todo, pasiones.
Es gracias a este espíritu que el Festival de Cine ha decidido poner el foco, nunca mejor dicho, en este cineclub para conmemorar su valiosa labor. «Estamos felices de que el Festival premie a un cineclub, pues es el eslabón más bajo de la industria cinematográfica, pero a la vez muy importantes para establecer nuevos espectadores, críticos y reflexivos», concluye Enrique.