«Papá, mamá, yo quiero ser árbitro». Así fue como el marbellí Yoel Delgado, de tan solo 13 años, se convirtió a sus 12 en el árbitro federado más joven de Andalucía. Ha pasado ya algo más de un año desde entonces, pero su inquietud por seguir cumpliendo objetivos en el mundo del arbitraje no cesa: «Aunque sea un ‘chavalín’, me tienen que tratar como si tuviese 20 años más, sigo siendo el árbitro».
Su relación con el mundo del fútbol empezó a sus ocho años. Como cualquier niño de su edad, probó aquello de ser jugador, aunque no era su sitio: «No me gustaba ser jugador, tampoco portero, tenía miedo de recibir un balonazo. Mi sitio era ser árbitro», cuenta en una entrevista a AZ. Y así fue. El mismo día que cumplió los 12 -edad límite para federarse en Andalucía- sus padres iniciaron el proceso para inscribirse y, tras recibir la formación necesaria, Yoel empezó a arbitrar en Marbella.
«Mis padres fliparon, porque los niños lo que quieren ser es futbolistas, no árbitro», reconoce Yoel. Los primeros partidos fueron «puro nervio», con el gusanillo de cómo sería ser árbitro, pero pronto descubriría que aquello del arbitraje no se le daba nada mal: «Aunque sea un chavalín, los jugadores y los padres me tienen que respetar, yo soy el árbitro».
En su zona todos los conocen. Es árbitro federado en Oficial en Andalucía, el más joven de su categoría. Cada fin de semana, se encarga de arbitrar partidos desde las categorías de pre-benjamines hasta alevines (desde los 5 años hasta los 10) en la zona de Marbella, Estepona, San Pedro y, en alguna ocasión, en Mijas.
Admirado por los propios jugadores y también por los padres, Yoel se ha ganado en tan solo un año el cariño de toda la afición del fútbol marbellí. Él lo tiene claro, su edad no es ningún freno, no le teme a la polémica: «La verdad que en estas edades lo peor muchas veces son los padres, pero yo más o menos regulo. Ellos me tienen que respetar, si no les aviso que no voy a seguir jugando el partido y sin árbitro no hay fútbol», explica con una seguridad poco común en un niño de 13 años.
Reconoce que muchos jugadores se acercan a él con el deseo de que «les pite un penalti». Pero si algo lo caracteriza, es su profesionalidad: «Me dicen pítame, pítame, dame un penalti. Pero yo no hago eso nunca. Tengo que mostrar autoridad, aunque sea de su edad».
En cuanto al futuro, parece tenerlo igual de claro. Su deseo es seguir escalando hasta llegar a ser árbitro de Primera División. Por lo que, nos asegura, «queda árbitro para rato».