En el estado del mercado financiero de hoy en día, actuar rápidamente y saber adaptarse a los cambios es muy importante. Por eso, hay una herramienta que se ha convertido en fundamental para rentabilizar los movimientos de precios sin asumir la propiedad de los activos: los Contratos por Diferencia (CFD).
Flexibilidad y apalancamiento
Los CFD ofrecen acceso a una amplia gama de mercados, permitiendo a los inversores capitalizar tendencias globales sin las limitaciones físicas o regulatorias de la compra directa. Así, un trader europeo puede especular sobre el precio en tiempo real, aprovechando la liquidez que puede tener el mercado asiático fuera de su horario habitual.
Dentro de las operaciones con CFD, el apalancamiento financiero es uno de los atributos más atractivos, pero hay que entenderlo bien, porque también tiene sus inconvenientes. Un ratio de 1:30, común en muchos CFD broker, permite controlar una posición de 30.000€ con solo 1.000€ de margen. De esta forma, se pueden multiplicar las ganancias potenciales: un aumento del 2% en el activo generaría un 60% de rendimiento sobre el capital invertido. Sin embargo, el riesgo es proporcional: una caída del 3% podría liquidar la posición si no se gestiona adecuadamente.
Para poder mantener un equilibrio y no perder demasiado dinero en caso de que todo salga mal, se pueden utilizar herramientas como las órdenes stop-loss dinámicas, que se ajustan automáticamente según la volatilidad; o las garantías de margen negativo, que limitan las pérdidas al depósito inicial.
Con una gestión de riesgos adecuada, se puede conseguir un gran margen de beneficios
Una de las características más a tener en cuenta de los mercados financieros es su volatilidad. Pero, con una gestión de riesgos adecuada, esta puede suponer una gran aliada en los CFD. Esto incluye:
- Diversificación por activos y plazos: no concentrar todo el capital en un solo mercado puede ayudar a maximizar resultados… y sobre todo, minimizar pérdidas. Combinar operaciones intradía en índices europeos y posiciones a medio plazo en metales preciosos en otro mercado, por ejemplo, sería una buena forma de diversificar.
- Control del tamaño de la posición: nunca arriesgues más del 1-2% del capital por operación, incluso en escenarios “seguros”. Todo puede darse la vuelta más rápido de lo que parece.
- Uso de indicadores técnicos y fundamentales: herramientas como el RSI (Índice de Fuerza Relativa) o el análisis de noticias macroeconómicas ayudan a identificar puntos de entrada y salida objetivos.
Los costes ocultos también pueden erosionar la rentabilidad de tus operaciones. El spread es el más habitual en todos los brokers, pero algunos también aplican comisiones por:
- Financiación nocturna (swap): coste por mantener las posiciones abiertas más de un día, que dependerá del tipo de activo y la dirección de la operación.
- Inactividad de la cuenta: penalizaciones mensuales si no se realizan operaciones en un período determinado.
Aquí vas a depender de la transparencia del broker con el que operes. Hay algunas instituciones reguladoras que obligan a las plataformas a detallar todos los cargos en sus contratos, evitando cualquier tipo de sorpresa. También ofrecen recursos, como calculadoras de márgenes o simuladores de costes, esenciales para planificar todas las operaciones con precisión.
También, aunque esto va a depender más del inversor que de nadie, la disciplina emocional juega un papel importante. Esta separa los traders consistentes de los que no consiguen tener éxito. Es conveniente mantener un diario de operaciones o establecer horarios fijos para evitar el overtrading. Algunas plataformas ofrecen soporte educativo para un aprendizaje continuo, lo que te ayudará a tener una curva de aprendizaje más corta.