En un contexto donde la intolerancia y el odio parecen ganar terreno, nos adentramos en una conversación crucial con Simón Cano, experto en Filosofía Queer y Diplomado en Divulgación. Una charla que nos invita a reflexionar sobre la reciente controversia generada por un cartel de fiesta que excluía a la comunidad LGBTQ+ con la frase “no maricones”. A este acto, que ha llevado a la detención de su autor por presunto delito de odio, se suma la inquietante decisión de Zuckerberg de permitir calificaciones despectivas hacia personas gays y trans en sus plataformas.
Simón inicia su análisis subrayando que la comunidad queer se fundamenta en valores esenciales como el compromiso y el rechazo a comentarios homófobos. “Lo interesante aquí es el choque de valores. Una prohibición, por ejemplo, es un señalamiento que ha sido constante hacia nuestra comunidad”, explica. Al abordar el término “queer”, originalmente utilizado en el siglo XVIII para describir a quienes no encajaban en los cánones normativos, Simón lo redefine como un “término paraguas” que abarca a toda la comunidad, actuando como “un refuerzo en la lucha contra la discriminación”.
Al examinar la problemática del cartel de la fiesta en Torremolinos, destaca que este tipo de expresiones constituyen un claro “señalamiento visual”. “Se prohíbe la entrada al colectivo en la medida en que se puede ver y, por ende, rechazar. Esto genera un estigma visual y una sensación de discriminación que se perpetúa constantemente, incluso dentro de la propia comunidad”, señala. Desde una perspectiva filosófica, Simón menciona que “Stendhal decía que la diferencia es lo que genera odio”, lo que implica que palabras como ‘maricón’, utilizadas por quienes no pertenecen a la comunidad, “facilitan el señalamiento y la discriminación”. La diferencia sexual se convierte, así, en «un mecanismo para marginar a personas consideradas patológicas dentro de un sistema moral», añade.
En cuanto a la respuesta institucional ante circunstancias homófobas, Simón valora la rapidez con la que el ayuntamiento de Torremolinos actuó ante el reciente incidente. “Es fundamental no solo condenar, sino también comprender las aristas sociales y culturales de estos fenómenos. Clasificar algo como odio o homofobia puede limitar nuestra comprensión de la situación”, confiesa el experto. Además, advierte que, aunque la homofobia pública es cada vez más mal vista y reprimida, no ha desaparecido. “La homofobia se traslada al ámbito privado, donde el acoso intrafamiliar sigue siendo una realidad. La visibilidad de la homofobia pública es importante, pero no debemos olvidar el sufrimiento que ocurre en la intimidad de los hogares”, enfatiza.
Desde la perspectiva queer, Simón sostiene que es posible transformar el lenguaje para eliminar términos ofensivos. “La reapropiación de conceptos es un ejercicio de activismo. Cuanto más conscientes seamos de la historia y los efectos de estos términos, más eficaces seremos en valorar la diversidad”, afirma. Las lecciones que se pueden extraer de esta situación son múltiples. La reacción social ante comportamientos homófobos, aunque visible, a menudo se limita a expresiones superficiales en redes sociales. “Es fundamental que la comunidad se movilice de manera más reflexiva y consciente, cuestionando los postulados ideológicos que la atraviesan”.
La política de plataformas como Facebook, que permite referirse a personas como ‘anormales’ por su orientación sexual, “es un retroceso que no debe llevar a la comunidad a abandonar estos espacios, sino a utilizarlos de manera creativa para combatir el odio”. “La clave es no abandonar esos medios”, señala Simón. “En la calle somos discriminados y por ello no dejamos de salir”. El experto entiende que el odio es una constante en el mundo y “querer erradicarlo es una manera utópica de plantearnos las relaciones humanas”, por lo que plantea como solución un activismo más creativo que emplee “las armas del poder”, en este caso de las redes, “contra el propio poder”.
A través de su análisis, Simón sugiere que “la transformación comienza desde el lenguaje y la conciencia colectiva”. La comunidad LGBTQ+ no solo enfrenta desafíos externos, sino que “también debe navegar por las dinámicas internas que perpetúan el estigma y la discriminación”.