Me gusta y me parece un gran acierto el título elegido para la exposición pictórica de Antonio Montiel que puede visitarse en las salas de La Coracha del Museo Municipal de Málaga.
Se trata de una variada muestra de su producción, desde sus comienzos hasta el momento presente, y en ella podemos señalar dos pilares fundamentales además de algunas otras obras de altísima calidad. En primer lugar destaca sin duda el retrato, donde Antonio parece que tiene ángel en sus pinceles para conseguir miradas que impresionan. Quizás por eso lo han definido como pintor del alma; si bien yo creo que la clave está en esas miradas que él consigue con su habitual maestría y que lo han llevado a ser considerado como uno de los grandes en esta faceta. Buena fe de ello son los retratos expuestos, para los cuales posaron en muchos casos personas muy conocidas.
Lo segundo es el arte sacro, en el que consigue salirse de los cánones, digamos que oficiales, para elevar a la categoría de obras maestras composiciones que enamoran no sólo por su belleza, sino también por la ternura y sensibilidad que transmiten. Ya sea ese niño que parece estar hablando con el Cristo de los Estudiantes, o esa elegante mujer de mantilla -creo que es Diana Navarro- recostada sobre su Cautivo a quien le está agradeciendo algún favor concedido. En ambos casos esas imágenes, tan representativas de la Semana Santa malagueña, parecen cobrar vida gracias a sus pinceles que están dotados de esa magia sólo reservada a los grandes pintores.
No se trata de arte solamente, es mucho más que eso; es belleza, sentimiento, originalidad y más matices que surgen cada vez que vuelve uno a ver cualquiera de esos maravillosos cuadros. Desde luego no hay duda de que Antonio está dotado de un don muy especial con el que, como puede contemplarse en la exposición, logra plasmar en sus maravillosas Vírgenes esa serenidad que de alguna forma eclipsa o apacigua el sufrimiento propio de una madre, a la vez que reflejan en su rostro una dulzura que el artista sabe definir a la perfección. De esas preciosidades pueden dar testimonio diferentes cofradías de Marbella, Fuengirola, Benalmádena, Málaga… y otras cuyos miembros se sienten muy orgullosos de los excelentes carteles pintados por Antonio, o de los estandartes de Semana Santa que enmarcan obras magníficas de nuestro paisano.
No se lo pierdan, se trata de un gran acontecimiento que no se puede disfrutar más que en contadas ocasiones. Hasta ahora pensábamos que había que ir a Madrid para poder asistir a grandes espectáculos o importantes muestras artísticas; pero ahora nuestra Málaga, como es notorio, está de moda y a los exitosos musicales que en su teatro del Soho nos ofrece otro brillante Antonio, en este caso apellidado Banderas, hay que añadir esta extraordinaria exposición de un grande de la pintura como Antonio Montiel.
Felicidades, querido Antonio. Aquel niño, que en una feria de nuestra Villanueva de la Concepción me sorprendió pintando un gran mural justo al lado de la plaza, hoy se ha convertido ya en un gran artista del que nos sentimos muy orgullosos los malagueños.