La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa que afecta las neuronas motoras, llevando progresivamente a la parálisis muscular, incluida la pérdida del habla.
Sin embargo, un avance revolucionario desarrollado por un equipo de investigadores de la Universidad de California en Davis ha dado un nuevo rayo de esperanza a quienes padecen esta devastadora condición. Un dispositivo cerebro-ordenador, conocido como BCI (por sus siglas en inglés), ha permitido a un paciente con ELA recuperar su capacidad de comunicarse.
Este sistema innovador funciona traduciendo las señales cerebrales en palabras audibles, lo que representa un avance significativo para aquellos que han perdido la capacidad de hablar debido a la parálisis.
Este dispositivo, que fue implantado en el cerebro del paciente, ha demostrado una precisión sorprendente, logrando traducir las señales neuronales con una exactitud del 97%.
Este éxito no solo ha permitido a este paciente comunicarse nuevamente, sino que también ha abierto la puerta a nuevas posibilidades para mejorar la calidad de vida de personas con enfermedades neurodegenerativas.
Para desarrollar el sistema, el equipo inscribió a Casey Harrell, un hombre de 45 años con ELA, en el ensayo clínico BrainGate. En el momento de su participación, Harrell tenía debilidad en los brazos y las piernas (tetraparesia). Además, su habla era muy difícil de entender (disartria) y requería que otros le ayudaran a interpretarlo.
El dispositivo BCI es el resultado de años de investigación y desarrollo en el campo de las neurociencias y la tecnología de interfaces cerebro-ordenador. Este tipo de tecnología ha sido objeto de investigación durante décadas, pero solo recientemente se ha avanzado lo suficiente como para que pueda ser aplicada en seres humanos con resultados tan positivos.
La clave de este dispositivo es su capacidad para interpretar las complejas señales eléctricas del cerebro y convertirlas en palabras que luego son reproducidas en voz alta. Este proceso es extremadamente complejo, ya que implica el mapeo de las áreas del cerebro que controlan el lenguaje y la creación de algoritmos que pueden decodificar esas señales en tiempo real.
A pesar de los desafíos técnicos, los investigadores han logrado desarrollar un sistema que no solo es preciso, sino también rápido y fiable, permitiendo que el paciente se comunique de manera casi natural.