Dos acepciones del diccionario, dos conceptos seductores y un binomio que, en ocasiones, camina de la mano y continuamente levanta suspicacias, comentarios detrás detrás del telón y, en los últimos tiempos, aireados insultos entre bancadas dispares.
Los primeros grandes ‘hits’ llegaron de la mano de la Jueza Mercedes Alaya, en Sevilla, al conocerse datos del sumario en el caso de los ERE con aquellas “juergas de alcohol, drogas y prostitutas” en diferentes puntos de la región andaluza, aún colean frases inolvidables del “chofer de la cocaína”. Acusaciones que también traspasaron ciertos umbrales del decoro y falta de rigor [o no], ante el entonces líder de Ciudadanos, Albert Rivera, con memes y acusaciones de sobra conocidos por todos, en aquel entonces, iniciadas según fuentes por Monedero, entonces uno de los nombres propios de Podemos. Aquello acabó en bromas de perros y leche.
Insinuaciones que van más allá de nuestras fronteras, con líderes extranjeros, por supuesto. Hace muy poco, a instancias del Ministro de Transportes, Óscar Puente, se escribió de la dudosa legalidad de sustancias consumidas por Miley, presidente de Argentina. Un maremoto con una serie de consecuencias diplomáticas que aún, la contemporaneidad no alcanza a medir.
Y por resaltar algún que otro caso, a mi particular escandaloso, la acusación a Adriana Levy tras una balbuceante oratoria en el Parlament, cuando entonces era diputada por el Partido Popular de Cataluña. Fue la misma Levy, ante tanta odio y reproche en el universo de las Redes Sociales, quien tuvo que salir al paso y confesar sobre el imperante tratamiento contra la fibromialgia que estaba obligada a tomar. Más si cabe, lloviendo sobre mojado, cuando en más de una ocasión la política popular se vinculó a estos asuntos por su relación sentimental con Nacho Vegas, con fuertes adicciones declaradas.
Ciertas o no todas estas acusaciones, tengo el miedo que la banalización de la toma de sustancias, quitar hierro a ello, acabe calando en jóvenes generaciones, cada vez menos formadas y preparadas. Si bien estamos consiguiendo que las élites intelectuales cada vez estén más lejos de la política, sí estamos consiguiendo verbalmente, acercar más las drogas a nuestro relato diario.