Hay un tajo en Ronda que me tiene enamorada. Cicatriz tallada a fuego en la roca, vestigio de una era convulsa y peligrosa donde los terremotos esculpían la Tierra a su antojo. Al asomarse desde el mirador de Aldehuela, los 140 metros de profundidad que llega a alcanzar seducen con el pétreo embrujo de su piedra arenisca, oscura y fría a la vez. Abajo, el rumor del río Guadalevín añade encanto con sus rítmicas notas acuosas.
Así mismo, se deslumbra la vista desde el hermoso patio de la Casa Don Bosco, nido de amor de una pareja burguesa, Francisco Granadino y Dolores Gómez, quienes al no tener descendencia la donaron a la congregación de los Salesianos. Ésta fue fundada por un piadoso sacerdote italiano, quien llevó a cabo una valiosa labor de acogida y enseñanza para los numerosos chavales que habían conocido la parte oscura de una sociedad desigual e injusta. Niños y adolescentes que estaban en las cárceles del norte de Italia, las cuales él visitaba con frecuencia.
No muy lejos de allí destaca con su color blanco y planta circular uno de los cosos más antiguos de España, la famosa Plaza de Toros, sede de la distinguida Real Maestranza de Caballería de Ronda.
Precisamente, este polémico espectáculo en la actualidad sería en los años sesenta del siglo XX motivo de amistad entre el famoso cineasta norteamericano Orson Welles y el carismático torero Antonio Ordóñez.
En la finca llamada «El Recreo de San Cayetano», hoy en día propiedad de sus nietos, Francisco y Cayetano Rivera, es donde descansan las cenizas del mencionado director de cine, por deseo propio antes de morir.
Otro célebre personaje, en este caso escritor y periodista, vivió y disfrutó de la «fiesta», algo que plasmó con palabras desde una máquina de escribir que también se conserva en la casa de campo, cerquita de Ronda. Me refiero a Ernest Hemingway, alma atormentada que se suicidó tras haber vivido una vida de luces y sombras; tras haber conocido las mieles del éxito al ser galardonado con el Nobel de Literatura; tras haber sido amado por mujeres como Ava Gardner y Marlene Dietrich.
Así que, ya ven, muchos son los secretos que guarda esta pequeña, pero hermosa ciudad…no dejen de descubrirlos, aunque se haya estado anteriormente, siempre hay algo nuevo y sorprendente.