Un equipo de investigadores de la Universidad de Málaga (UMA), en colaboración con la Northumbria University de Reino Unido, ha confirmado en un trabajo financiado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación que el cerebro de las personas disléxicas procesa de forma diferente el lenguaje debido a una conectividad atípica.
Los resultados de este trabajo permiten entender mejor los procesos que se producen y diagnosticar de forma más temprana este trastorno en edades en las que todavía no se ha desarrollado completamente el habla, según ha informado este miércoles la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación en una nota en la que ha valorado que, con estos avances, «se favorece la aplicación de medidas educativas encaminadas a favorecer un correcto desarrollo del aprendizaje».
Desde la Consejería recuerdan que la dislexia es un trastorno que afecta a la capacidad de leer y escribir con fluidez. Suele diagnosticarse a partir de que el niño comienza a dominar el lenguaje y se observa dificultad al reconocer palabras o comprender significados de lo que leen.
Existen «numerosas estrategias educativas para apoyar una adecuada evolución en el progreso formativo», según subraya la Consejería, que puntualiza que, sin embargo, «la detección precoz puede minorar estas necesidades específicas del aprendizaje si se aplican antes de que el niño consolide su conocimiento del lenguaje, cuando aún desarrolla la oralidad».
Este proyecto, publicado en la revista ‘International Journal of Neural Systems’, ha diseñado un método para calcular la conectividad en el cerebro, basado en el análisis de causalidad de Granger, que examina las relaciones entre las señales en diferentes regiones y ayuda a identificar cómo interaccionan entre sí.
El análisis de causalidad de Granger establece si un evento B es consecuencia de otro A o, lo que es lo mismo, si A es, o no, la causa de B. Una zona recibe un estímulo y ofrece una respuesta que, a su vez, puede influir en otra. Sin embargo, el de una persona disléxica presenta diferencias, de forma que la conectividad entre distintas áreas es mayor. Así, hay zonas que presentan influencia en otras, pero algunas de ellas no deberían intervenir. Cuando se produce un exceso en esas relaciones causa-efecto se produce un mal procesamiento del estímulo y, por tanto, la dificultad en la gestión del mensaje.
Los ensayos consistieron en el estudio de las señales de electroencefalografía (EEG), relativas tanto a niños normotípicos como con dislexia. Se les sometió a un ruido blanco que ejerce el mismo efecto en el cerebro que la frecuencia silábica y prosódica; es decir, de entonación. El hecho de utilizar un sonido neutro evita fallos en la comprensión de significados y la aportación de emociones ante conceptos concretos.