Teresa Vegas es de Benalmádena y tiene 37 años. A lo largo de su vida se ha dedicado a la hostelería y sobre todo, a su gran pasión, la música. Quien la conoce sabe de su destreza con la guitarra española, con la que por un tiempo hizo actuaciones e impartió clases de solfeo, hasta que el devenir de la vida le llevó a abrir las puertas a una profesión que ella también considera “un arte”, la albañilería.
“Mi padre ha trabajado en la construcción siempre y tiene su propia empresa, de modo que un día me propuso trabajar y así fue que empecé en la obra hace 8 años”, cuenta Vegas sobre cómo llegó a este sector, “si no llega a ser por mi padre, me vas a decir tú a mí cómo entra una mujer en la obra”, añade.
La decisión, sin embargo, no fue fácil: “Yo nunca habría imaginado trabajar en esto. Pero estaba encantada, porque tenía mi horario y descansaba los fines de semana y festivos. Viniendo de la hostelería eso para mí era vida, me costase lo que me costase”, dice, aunque reconoce que el proceso ha sido “realmente duro”.
En sus comienzos como albañil sufrió todo tipo de lesiones en cervicales, muñecas e incluso la ruptura de un hombro: “Al principio es difícil porque coges el mismo peso y vas al mismo ritmo que tus compañeros, y lo cierto es que físicamente necesitas tiempo para hacerte a este trabajo”. A eso hay que sumarle “que te traten mal”, porque aunque fuese una empresa familiar, ella trabajaba sola junto a otros operarios: “ Yo me he hinchado de llorar, porque lo físico es duro, pero el machismo lo es más”,
“Cuando no sabes nada te tienes que callar. Y ya cuando vas aprendiendo y te ves físicamente preparada, pues ya te pones en tu sitio. Pero antes de eso me han machacado muchísimo, hay a quien le molestaba que mirase lo que hacía para aprender, me decían que me fuese, les daba coraje el simple hecho de que una mujer aprendiese el oficio”, lamenta Vegas, que recuerda haberse sentido muchas veces como “algo raro, algo que no querían incluir”.
Y si entrar en la obra siendo mujer es complicado, progresar lo es todavía más: “Algunos no querían que pasase de peón, ayudando, limpiando y en el ‘yo te digo y tu haces’. Pero ojo, no todos, siempre ha habido quien me ha defendido y ha parado los pies, también he tenido al lado a buenas personas”, reconoce.
A pesar de lo difícil de ser mujer en el mundo de la construcción, Vegas dice que muchas personas la animan cuando se la encuentran trabajando por las calles: “Hay gente que me para y me dice “olé” o me comenta que es un orgullo ver a una mujer en la obra”.
Con respecto al futuro, desea que su caso sea cada vez más usual: “Ojalá que en el futuro haya más casos en este sector, el mundo está cambiando y creo que no es gracias a los políticos, sino a la lucha e insistencia de las mujeres. Es importante que te vean y demuestres que lo puedes hacer”.