Con casi 62 años a la espalda, llevaba poco tiempo viviendo en la calle, el suficiente para conocer los dolores de una vida sin hogar. Con un saco de dormir buscaba cada noche refugio en los portales de Benalmádena hasta que fue a dar con la puerta indicada. La de la asociación El Vuelo de las Libélulas. Un colectivo creado a raíz de la pandemia para ayudar a las personas vulnerables y con necesidades económicas y sociales de esta ciudad, a los «invisibles sociales» como ellas explican.
«Él estaba en la calle y vino a pedirnos comida caliente, durante una semana le dimos unos cheques para que pudiera comer en un restaurante local, pero entonces llegó la lluvia y pensamos: dónde va a dormir. Así que lo hablamos entre nosotras y fuimos a un hostal a buscarle algo de urgencia», cuentan a AZ Costa del Sol María y Raquel, ambas miembros de la asociación.
Mientras pensaban una solución más duradera, estas mujeres hicieron a continuación lo que siempre hacen. Contar la historia en sus redes sociales, recordar al mundo esas realidades paralelas que a muchos pasan desapercibidas, pero que a ellas le tocan a la puerta todos los días: personas sin trabajo, madres solteras, familias que no pueden pagarse la comida, el agua, la luz. El 26 de febrero las libélulas contaron el caso de «Pepe» -así lo llamaron para preservar su intimidad-:
«Me llamo Pepe…soy un vecino de aquí, donde he estado toda mi vida. En esta vida en la que perdí casi todo. Me quedan mis estudios, mi educación, mis idiomas, mis conocimientos de » manitas» y me queda mi dignidad. Esta es mi historia. Estoy esperando una respuesta. ¿Quién escucha a un hombre sin ningún recurso?«, escribieron contando su caso en primera persona.
La respuesta fue inmediata.
Enseguida empezaron a llegar respuestas de vecinos de Benalmádena interesándose por él. «Fue una sorpresa, a la mañana siguiente muchísimas personas nos escribieron, querían brindarnos su ayuda, ofrecían dinero, su casa para que se duchara, se ofrecían para lavar su ropa, fue abrumador», relatan. Un despliegue de solidaridad colectiva que hizo posible recaudar el dinero suficiente para facilitarle a «Pepe» un lugar seguro donde dormir. Un pequeño estudio donde podrá estar todo el mes de marzo.
«Nuestro Pepe está cubierto todo marzo«, celebraron en sus redes apenas tres días después. «El pueblo de Benalmádena ha logrado un paréntesis de cobertura social (…) Podéis tener una sonrisa porque hoy Benalmádena vuelve a hacer un imposible, posible. Gracias«.
Hoy con el corazón aun agradecido por el apoyo de sus vecinos cuentan que «Pepe está abrumado, no se esperaba que tantas personas se volcaran así con una situación como la suya, está muy agradecido. Él solo pedía algo inmediato para comer y se ha encontrado con un pueblo entero que lo ha respaldado. Mucha gente pregunta todos los días por él, él ahora es «el Pepe de Benalmádena». Todo esto hace que la gente se una, porque las situaciones como ésta existen y no podemos descuidarlas».
De momento el domicilio temporal de «Pepe» le ha permitido empadronarse en la ciudad e iniciar los trámites para solicitar el Ingreso Mínimo Vital, pero sobre todo le ha facilitado una tranquilidad y un resguardo mientras sigue buscando un trabajo con el que rehacer su vida.
«Él es una persona que no quiere estar en la calle, pero no tiene recursos, tiene cero economía. Pepes podemos ser cualquiera», recuerdan desde la asociación cuyo objetivo ahora es buscar «un milagro a largo plazo» para que «Pepe» pueda seguir manteniendo una vida digna a partir de abril.
«Benalmádena siempre se vuelca de inmediato, es un pueblo muy solidario» aseguran las libélulas, aunque no se cansan de recordar que ahí afuera hay muchos Pepes, Anas y Marías que siguen necesitando un hogar y unos recursos básicos para vivir.