Todo comienza por un primer paso. A veces, el miedo y la duda nos inunda, impidiéndonos hacer aquello que nos despierta una ilusión. Hasta que lo consigues. Así fue como comenzó la historia de las Crocheteras de Torremolinos, un grupo de mujeres del municipio que se unieron para hacer crochet y terminaron forjando una bonita amistad que va mucho más allá del hilo y el ganchillo.
«Hice la propuesta de que por qué no hacíamos crochet, ya que era una terapia buena y podría ser una buena ocasión para conocer a gente y sociabilizar, el Ayuntamiento lo respaldó y al área del mayor le pareció muy buena idea», explica Mari Luque, la presidenta de la Asociación a AZ Costa del Sol.
Al principio, el grupo era muy pequeño, tres o cuatro mujeres: «El primer trabajo fue un toldo para el municipio, luego hicimos un árbol de Navidad para el Ayuntamiento y a partir de ahí empezamos a crecer», explica Mari emocionada. Tras un año, ha conseguido reunir a 42 personas de todas las edades: «La más joven tiene 22 años y la más mayor 82», indica la presidenta.
Lo que viven estas mujeres cada miércoles de reunión es «difícil de explicar con palabras» y, tal y como explica Mari, «hay que vivirlo para entenderlo»: «A veces llegan algunas un poco más tristes o preocupadas y nosotras en seguida nos damos cuenta, intentamos arroparla y animarla; nos sale de forma espontánea, no nos damos cuenta», explica.
Una terapia que une, a través del hilo, a muchas mujeres que sienten soledad en sus casas y se refugian en las crocheteras para sentirse acompañadas: «Estaba muy sola en casa, cuando llegué aquí me encontré con una cantidad de personas que me acogieron muy bien y me hicieron recuperar eso de tener a alguien, es una forma de vida, vienes aquí y recargas energías y te sientes viva», explica otra de las miembros del grupo.
Emociona escuchar las palabras de cada una de ellas. Todas comparten la misma ilusión por formar parte de este grupo y animan a todo aquel que le llame la atención a que se una: «Una amiga me dijo que viniese, que necesitaban crocheteras para hacer un toldo y la verdad es que ni me lo pensé, a día de hoy fue la mejor decisión, he encontrado un grupo de amigas que me hacen sentir muy querida», explica otra crochetera.
Muchas de ellas ya sabían hacer crochet desde niñas, cuando fueron enseñadas por sus madres en casa para tejer todo aquello que necesitaban. Sin embargo, otras han aprendido la técnica ahora y han descubierto que es la mejor forma para liberar su estrés. Así lo expresa una de ellas, quien asegura que cada noche sufre de «nervios en las piernas» que solo puede solucionar «haciendo crochet»: «Por las noches me entra un nervioso que me pongo en la cama a hacer crochet, hasta la hora que sea y se me quita todo, ¿cómo se explica eso?», cuestiona.
Y es que se ha demostrado que hacer crochet es la mejor terapia para liberar el estrés, mejorar la concentración o la autoestima. Algo que las crocheteras confirman, pues a muchas les ha devuelto la ilusión y ganas de vivir: «No me atrevía a dar el paso, lo iba dejando, hasta que vine; a día de hoy, fue la mejor decisión porque he roto con la soledad en casa, me siento acompañada, querida y, gracias a mis crocheteras, puedo decir que por fin me siento feliz», expresa emocionada una de ellas.
El grupo de las crocheteras de Torremolinos han vuelto a sorprender a todos sus vecinos. Un espectacular árbol tejido a mano luce en el Ayuntamiento gracias a la implicación de todas ellas y que su labor fue reconocida en su inauguración por la alcaldesa de Torremolinos, Margarita del Cid.
Ahora, continúan sus trabajos para hacer adornos navideños para sus hogares y empiezan a planear cuál será su próximo proyecto. Aunque, por el momento, lo tienen bastante claro: seguir reuniéndose cada miércoles para evadirse juntas a través del hilo que las une.