Hace más de 40 años Ridley Scott con un jovencísimo Harrison Ford nos mostró lo que nos depara un futuro no muy lejano, en su magnífica película de culto Blade Runner, la original. Llamamos al cine considerado de culto, porque se le supone una profundidad y calidad en su desarrollo que a nadie se le ocurre llevar la contra para no ser tachado de ignorante cinematográfico, aunque la trama no sea de tu agrado. Dicho sea de paso, no es así en este caso.
Una de las primeras escenas muestra como se pone en práctica la prueba de Turing, mediante una batería de preguntas asociadas e intencionadas que buscan provocar una reacción que discrimine el comportamiento humano frente al de una máquina. Este método fue desarrollado por Alan Turing, matemático que fue capaz de desarrollar el primer ordenador para decodificar los mensajes enviados por los Nazis utilizando la máquina Enigma, durante la Segunda Guerra Mundial. En 1950 previó que, a partir de su primer invento, donde podría llegar el desarrollo tecnológico, de tal manera, que no fuéramos capaces de averiguar si era un ser humano.
Cada vez estamos más cerca que las máquinas sean capaces de imitar nuestro pensamiento, sentimientos, expresiones hasta el punto de que seamos incapaces de detectarlos. La IA (Inteligencia Artificial) nos ha marcado la ruta para que en algún momento no sólo nos imitan de forma efectiva, que además nos lleguen a superar.
Hace tiempo, que en velocidad y cantidad de cálculo nos han superado. Y tenemos que reconocer que la tecnología a partir de la industrialización ha marcado un hito mejorando, en general, nuestra forma de vida. Nos ha permitido generalizar y popularizar el conocimiento desde las primeras imprentas. Nos ha permitido transportarnos, sobre todo con los motores de combustión. Hemos fabricado masivamente productos básicos, incluso en la alimentación. Mejorado las comunicaciones, haciendo el mundo más accesible y pequeño. Incluso, hemos mejorado tanto en calidad como cantidad nuestro legado. Nuestra salud ha experimentado un gran avance, gracias al apoyo tecnológico. Los mismos aparatos de medición tanto en el laboratorio, en investigación han experimentado un gran avance.
El escollo estaba en dos aspectos esencialmente humanos, los sentimientos y la creatividad. Lo cierto es que estamos cada vez más cerca. Se trata de que las máquinas mediante su programación imiten la función cognitiva humana. Pero, además que dentro de sus procesos estén el hecho de aprender y mejorar los resultados a partir de sus errores. La diferencia es que son capaces de realizar los procesos mucho más rápido que nosotros.
Sin duda estamos impregnados por la tecnología, formando parte de nuestra vida cotidiana. Las incertidumbres aparecen cuando se aproxima un cambio incierto y que no sabemos cuanto somos capaces de controlar. Ocurrió con los primeros vehículos, máquinas, ordenadores, internet, las nuevas comunicaciones. Las fobias se transmiten a los demás para garantizar cierta estabilidad y hacer huir las inseguridades. Porque un avance de cualquier tipo no es por sí mismo maligno o beneficioso. Depende de su uso, su tratamiento, su destino y la capacidad de limitar la libertad de los demás. Por lo cual, los beneficios de la IA son incuestionables. El peligro radica tanto en cuanto seamos capaces de digerir los cambios que van a provocar en nuestras vidas.
Tal vez, los miedos estén instalados y molesten más a aquellos que puedan perder un atisbo de control y poder, para controlar nuestra voluntad.