El pasado 17 de noviembre varios vehículos con funcionarios de la delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía se plantaron ante la puerta de la Ecoreserva de Ojén. Desde dentro, Antonio Calvo -ex gerente de la misma- se temió lo peor y no se equivocaba. Los funcionarios traían consigo una orden de desalojo definitivo.
Es el tajante desenlace de un tira y afloja que ha durado casi dos años entre el propio Calvo y la Junta de Andalucía desde que el 16 de febrero de 2022 el gobierno andaluz decidiese anular la autorización ambiental de la reserva por «irregularidades graves» y ordenase su cierre.
Desde el viernes, Calvo ha tenido que abandonar el parque, cuyos accesos han sido bloqueados con nuevos candados. Ahora solo puede acceder por una única puerta con el único permiso de desmontar y llevarse las herramientas y materiales que quedan dentro. Casi una semana después, Calvo atiende a AZ Costa del Sol desolado.
«Lo hemos intentado todo. Hemos intentado dialogar para mantener todo esto por el bien de los animales pero no han querido ni recibirnos. La administración se ha deshumanizado».
El conflicto que ha puesto fin a la Eco Reserva de Ojén se inició tras una inspección realizada en el año 2020, en plena pandemia. Según la Junta, los técnicos constataron durante la visita varias irregularidades. Entre ellas, acusaban a Antonio Calvo de no informar sobre la construcción de nuevas instalaciones, de la tenencia de jabalíes y zorros sin la documentación legal y de carecer de personal especializado y programas biosanitarios. Por todo esto -indicó la Consejería de Medio Ambiente- la reserva incumplía los condicionantes exigidos en la Evaluación Ambiental Unificada que regulaba la concesión, razón por la cual se acordó anular la misma, cerrar la reserva al público y se impuso a Calvo el pago de una multa de 130.000 euros.
Desde la Eco Reserva consideraron todo aquello «un desproporcionado y lacerante castigo», intentaron agotar todas las vías judiciales posibles para evitar el cierre e incluso reunieron 5.600 firmas en su apoyo de vecinos de la zona.
En febrero de 2022 la Eco Reserva -donde habitan desde 2016 unos 150 animales entre ciervos, muflones o jabalíes- cerró «oficialmente», la decena de trabajadores que allí había fueron despedidos, si bien Antonio siguió acudiendo cada día para supervisar y alimentar a los animales ayudado por voluntarios, mientras la Junta continuaba apretándole las cuerdas.
El golpe definitivo ocurrió a principios de noviembre cuando desde el gobierno acusaron a Calvo de romper algunas de las verjas que protegen la reserva para que los animales pudiesen escapar.
«Me acusan de romper la valla intencionadamente y de boicotear las jaulas para capturar a los animales que ya se han escapado, cuando la rotura de la valla fue algo fortuito provocado por la dana de septiembre, por las fuertes rachas de viento, y el problema de las jaulas que han puesto es que son inútiles, porque no tienen cebo. Lo que dice la Junta es falso, me quieren criminalizar».
La denuncia a la Guardia Civil por la rotura de la valla es lo que ha agilizado en los últimos días el desalojo. Calvo recibió hace unas semanas el requerimiento para abandonar las instalaciones en diez días, luego hubo un segundo donde se le impelía a salir en cinco. Así llegó el viernes 17 y todo acabó. Calvo ha sido definitivamente expulsado de un lugar al que ha dedicado toda su vida. «Sin ayuda y con cientos de obstáculos, hemos mantenido una Eco Reserva que ha sido valorada y respetada por toda la comunidad. Después de mas de un año y medio intentando mantenerla sin ingresos no sé qué pasará ahora. Ya no sé que más hacer», explica compungido.
De momento, Calvo tiene aún la obligación de acudir a desmantelar todos los comederos e instalaciones veterinarias que sigue habiendo dentro de la reserva. También sigue teniendo pendiente el pago de la sanción, que se ha reducido a 65.200 euros -explica-, pero que él sigue sin poder afrontar, de hecho se ha declarado insolvente.
La Eco Reserva queda de facto clausurada y bajo la tutela de la Junta de Andalucía que debe hacerse cargo de la gestión, alimentación y bienestar de los animales hasta que llegue un nuevo concesionario. En ese sentido, Calvo critica que los técnicos de Medio Ambiente solo acuden a alimentar a los animales dos o tres veces por semana, que la comida es insuficiente en un año tan seco donde apenas hay pasto en el monte del que se puedan alimentar. Por eso pide a la Junta que al menos se preocupe de verdad por los animales y que instale trampas de captura en vivo para recuperar a aquellos que han huido -al menos siete u ocho, asegura- y evitar que mueran atropellados. Pase lo que pase el futuro de la Eco Reserva queda en manos de la administración y ese futuro se desconoce por ahora.