Como se suele decir, la vida puede cambiar de un momento a otro.
Alejandro Navarro es de esas personas a la que la vida le dio un giro en tan solo un segundo. Un accidente acabó dejándole con un 92% de discapacidad, pero no le arrebató sus valores ni sus ganas de vivir. “Fue un golpe duro, pero una vez dejas de llorar y victimizarte, te preguntas qué quieres hacer con tu vida”, nos comentó Alejandro. Con una niña, de apenas seis meses, y un niño, de casi tres años, eligió “ser el protagonista y coger el toro por los cuernos”. Desde aquel momento, su vida “es muy difícil”, pero siempre busca un objetivo para “hacerle la vida más fácil a mi mujer y mis dos enanos”.
Ser ejemplo en una sociedad con nuevas generaciones “es complicado”. A pesar de ello, es una de las metas que cada día se marca Alejandro cuando trabaja con ellos en diferentes colegios e institutos, donde “intento predicar con el ejemplo porque por lo menos a mí, me llena”, sentenció.
Otras de las razones por las que Alejandro es reconocido es por su amor por el deporte. Fue a sus 18 años cuando ingresó en La Legión, donde le obligaron a correr, cuando paso a convertirse “en una forma de vida”. Ahora, con una tetraplejia, sin motricidad en las manos, los antebrazos y los bíceps, “hacer ejercicio es muy complejo”.
Pero fue en Toledo, lugar en el que estuvo ingresado, donde conoció al que él denomina como “mi ángel de la guarda”. José Miguel pertenecía al área sociocultural y fue quien lo volvió a montar, por primera vez tras el accidente, en una bicicleta. “Fue el primer acto de libertad que volví a tener. Yo era libre corriendo en la montaña, mi esfuerzo era el que me hacía rendir y sentí lo mismo”, comentó. Con las manos atadas a la bicicleta con vendas fue como Alejandro volvió a sentir esa libertad que tanto ansiaba.
Además de la bicicleta, Alejandro ha probado otros deportes como la natación o el pádel. En cuanto a la natación, deporte favorable para la salud de personas discapacitadas, “estamos esperando que el alcalde haga las instalaciones de la piscina olímpica, ya que no hay ningún sitio al que se pueda ir a nadar en silla de ruedas”. Esta disciplina es otra de las tantas que tiene enganchado a Alejandro, pero al no contar con termoregulación “a la hora de estar en el agua entro en hipotermia”.
Aún así, el deportista continúa con sus retos donde siempre cuenta con compañía. “Algo bueno he tenido que hacer porque siempre que salgo con la bicicleta tengo un amigo, un compañero o una persona desconocida que se junta para ayudarme”. En su último reto contó con el apoyo de alrededor de 19 personas que “me seguían en redes sociales”. Pequeños detalles cosechan una gran satisfacción en Alejandro, ya que al final está consiguiendo alcanzar su objetivo de servir de ejemplo a otras personas, “nunca pensé que el ser diferente me iba a hacer ser un referente”.
Su último reto: una ruta en kaya
Días después de llevar a cabo el reto de subir Peñas Blancas en bicicleta, sin ayuda y en tan solo cuatro horas y media, “estuvimos entrenando una brutalidad, habló con el concejal de Deportes de Estepona para comenzar con un nuevo desafío. “Me preguntó sihacíamos lo del kayac. Yo le dije que todavía no me había recuperado”. Finalizada la charla entre ambos, Alejandro cruzó la acera con la idea de visitar Náuticas Ramirez, “les planteé el reto. Un americano de Texas vino, me conoció y pidió que me hicieran un kayac”. Así se dio inicio a un nuevo reto, uno de los más complicados hasta el momento.
La adaptación a este desafío no fue nada fácil, “todo era a fallo-error”. Los entrenamientos comenzaron en febrero y el reto se llevó a cabo el 27 de octubre, ocho meses en los que Alejandro entrenaba alrededor de una hora o dos, ocho meses en los que “llegaba a casa tiritando y malo”. Fue en el mes de agosto cuando las complicaciones aumentaban, “entrené tres horas por la mañana y por la tarde me dio una sepsis, es decir, una infección en la sangre. Estuve varios días ingresados en el Hospital Costa del Sol a punto de morir. El médico me dijo que una de cada dos personas que llegaban en ese estado, morían”, apuntó.
Tras quince días de parón Alejandro se plantó en el mes de octubre, con todo lo que acarrea el clima de la época, y en seis horas logró cumplir su meta. “Fue muy bonito. El momento de hacer el reto es lo bueno, da igual lo que dure. Lo peor son los meses detrabajo, de sacrificio de tu familia, de dolores. El sacrificio es brutal, pero la recompensa es lo más”.
Nuevos desafíos
La mente de Alejandro no descansa y ya sabe cuál será su próximo objetivo, aunque por ahora prefiere no desvelarlo. Aún así nos dio pista sobre ese reto, que según nos comentó, “es bastante gordo”. El deportista se está preparando muy duro para ello, “empiezo a las 8:30 de la mañana hasta las 12 o la 1 de la tarde y hasta las 6 de la tarde no soy persona”.
Este reto que se ha propuesto trae novedades consigo. “Es el primero en el que acepto que me tengan que ayudar. Nunca lo he aceptado”, contó. Junto a este reto personal, como es habitual en los demás que ya ha realizado, existe una parte solidaria. En esta ocasión lo recaudado irá para “ayudar a una familia con unos problemas económicos para darle un tratamiento a su hijo”.
Alejandro no quiso desvelar cual será la próxima prueba, pero sí nos contó cuál es aquella que tiene clavada como una “espinita”.
Todo nos lleva a su época de legionario cuando vivía en Ronda. La llegada de la carrera de los 101 kilómetros de La Legión de Ronda, la cual mueve a un gran número de corredores, requiere una gran organización. Por lo que Alejandro no podía permitirse el lujo de correrla. Pasados un par de años, cuando cambió de oficio, seguía corriendo pero no preparándose para dicha carrera. Cuando vio que se le brindaba la oportunidad de poder realizarla, en diciembre ocurrió el accidente. “Yo que soy creyente miraba por la ventana y le preguntaba a Dios si no quería que corriera la carrera”, apuntó.
Pero hace cosa de tres años, “lo que yo veía imposible, se convirtió en posible”. Un corredor parapléjico consiguió completar los 101 kilómetros de La Legión de Ronda, “eso me dio mucha envidia sana. Solo pienso en que si el puede, yo también”. Desde entonces Alejandro ha subido los niveles de sus entrenamientos y tiene claro que si todo fluye, “lo voy a hacer”.
Sus pilares fundamentales
Familia, amigos y conocidos suelen ser los principales pilares de las personas a la hora de tomar ciertas decisiones. En el caso de Alejandro, prefiere estructurarlo en diferentes escalones, donde el primero sin duda alguna lo ocupa su mujer. “Si ella no da el visto bueno, no hay reto”, señaló. Alejandro con su 92% de discapacidad es una persona dependiente y es su mujer quien lo ayuda en tareas como pasar de la cama a la silla, por lo que “si ella no me levanta a las 7 de la mañana, no hay reto”, dijo entre risas.
En el segundo escalón sitúa a sus dos hijos. Aquellos a los que quiere transmitir sus valores y para los que quiere ser un ejemplo a seguir.
El siguiente peldaño es para los amigos. Todas esas personas que siendo conocidas, o no, lo acompañan en cada una de sus aventuras. “Sin esa gente tampoco sería posible”, contó.
Y por último, pero no menos importante, los patrocinadores. Entre los que apoyan a Alejandro, destacó a José Manuel de Achedosol Montes Torres y a Javier Rodríguez del Gimnasio Las Mesas, “ellos han sido mis padres desde que salí del hospital. Siempre me han arropado como si fuera de sus familias”.
Todos juntos son como eslabones de una cadena que permiten a Alejandro conseguir sus sueños. “Esta bien resaltar las narices que tengo, porque esta realidad es dura, pero sin estas personas esto no sería posible”.
Tampoco sería posible porque las personas con discapacidad no cuentan con apenas ayudas, a pesar de que los precios de sus necesidades, o de los tratamientos, cada vez son más caros. “Yo no tengo ayudas ni del Gobierno, ni de la Junta de Andalucía”, señaló
Ejemplo a seguir
A pesar de las dificultades que se presentan por el camino, Alejandro continúa luchando por alcanzar las metas que se proponga, ya no solo deportivamente sino también personalmente. Sus valores llegan a cada una de las personas que se permiten un minuto para escuchar su historia y nosotros intentamos dar la visibilidad correspondiente de ella.
“Yo siempre digo que mal de otros consuelo de tonto. Pero al final cuando uno se da la vuelta, lo de cada uno es lo que más duele. No debería ser así. Así que si consuela ver el ejemplo en los demás, podéis contar conmigo que estaremos para lo que haga falta”, concluyó.